diciembre 20, 2005

Los fantasmas de las niñas supergigantes de Ávila y el misteriólogo cuentero (fábula postpunk)

Antecedentes


El 21 de mayo, el sitio de comercio electrónico "ikerjimenez.com" publicaba que en un pueblo no especificado de "la provincia de Ávila" había, desde hace más de un siglo, "rumores" sobre el cementerio, lo que movió a unos miembros de su auditorio a ponerse a hacer psicofonías y a tomar fotos en él una noche. Y sin embargo, nos dice, esos inocentes no esperaban encontrarse nada raro, lo cual en sí es raro, ya que si uno es tan raro que cree que hay fantasmas y va a hacer el raro ritual de las psicofonías, seguramente se espera algo raro y, de preferencia, comercializable.

Pero esas supuestas personas se "sorprendieron" cuando "al ampliar las fotografías" vieron, nos quiere hacer creer Íker Jiménez, que es quien firma esta mentira colosal, a tres niñas "etéreas". Jiménez no sólo encuentra eso sino "muchas más anomalías" que supuestamente siguen "investigando" con tanta pachorra o tan poca suerte que no han anunciado nada nuevo.

En la segunda parte de su cuento (donde los autores ya tienen nombre, son "la familia García") no sólo suelta otra foto trucada, sino que además empieza sus amenazas habituales sobre copyright, un derecho de autor que utiliza para impedir que otros investiguen y descubran que Íker miente.

La tercera parte ya es directamente una amenaza de la supuesta familia, que adquiere segundo apellido ("Garcia Peña") con amenazar a quien publique las fotos aunque al mismo tiempo Jiménez dice que abrirá la posibilidad de que lo analicen todos los especialistas informáticos y fotográficos que "en tromba" se las pidieron. Bien, ahora que quizá la tromba se ha calmado, escribimos al sitio de comercio electrónico de Íker Jiménez:

Señor Jiménez,

Solicito atentamente me haga llegar los archivos originales de cámara de las fotografías tomadas en el pueblo de XXXXXXXXXXX para realizar su análisis digital y poder divulgar los resultados de manera completa con tales fotos.

Atentamente,

Mauricio-José Schwarz


Si, efectivamente, los originales están a disposición de todos, se me enviarán prontamente y podré incluirlos en una próxima actualización de esta entrada. Veremos. Si son realmente los originales de cámara y resulta que mágicamente hay dos y se pueden estudiar a fondo, no tendríamos ningún problema en rectificar nuestro análisis, retirar nuestros comentarios juguetones y aceptar que el truco fue otro... y nos pondríamos a descubrir tal truco, por supuesto.

Un himbestigador frustrado


Cuando bajé del auto, me di cuenta de que había cometido un error imperdonable: no traía chaleco milbolsillos, ese chaleco que identifica a los verdaderos himbestigadores del misterio. Y eso que, cuando actúo como fotógrafo, tengo más justificación que ellos para emplear tal prenda (y la empleo), porque cargo con tarjetas adicionales, disparador remoto, filtros, un pañito para limpiar objetivos, el disco duro en el que se descargan las fotos de las tarjetas, la zapata del trípode, baterías de repuesto para la cámara, multiherramienta y otros avíos que no es bueno que choquen entre sí, además de lo normal que cualquiera, himbestigador paranormalológico o no suele llevar: un cuadernito, un bolígrafo, llaves, cartera, pañuelo, móvil (o celular), tabaco y encendedor o mechero. Y nada más, porque soy abstemio.

En fin, estaba escrito que yo no pudiera ser himbestigador misteriólogo destitulado y cobrante en dineros de varios colores, sino un simple periodista visitando eso que se ha llamado un pueblo "de la Provincia de Ávila", procedimiento ingeniosísimo para que los metiches y descreídos no puedan encontrar el lugar de las misteriosas apariciones que comercializa, claro, Íker Jiménez (®, creo). El caso es que no se trata tampoco de darle la brasa a la buena gente de ese pueblo, y no mencionaremos su nombre.

En ese pueblo, informa Íker en su página es donde se supone que hay "rumores" sobre llantos de niños (algo, suponemos, terrible, pero común entre los bebés), fusilamientos clandestinos, matanzas durante la guerra civil y "amplios sectores" de personas enterradas sin bautizar. Lo de las matanzas durante la guerra civil suena potente, aunque si uno bucea en los datos más fácilmente disponibles, lo único que parece haber pasado allí en ese terrible conflicto es que hubo una batalla ganada por los republicanos en 1936, pero menos de dos meses después, tal población fue tomada por los franquistas y no hubo nada más digno de mención (cosa nada rara, por otra parte, al tratarse de un pueblo de menos de mil habitantes), aunque es de suponerse que hubo las ejecuciones habituales durante tal guerra.

Pero la gente de allí parece no tener noticia de esos "rumores" de más de un siglo (lo cual sería además notable, considerando que la guerra civil española empezó hace 69 años, pero la aritmética parece no ser el fuerte de los personajes que ahora mercan este cuento). No es que encontráramos a muchos locales en nuestra visita, claro. Miércoles en la tarde y con un frío atroz, sólo en un par de bares conseguimos algo de conversación, de modo que había que ir al lugar donde se habían tomado las misteriosísimas fotografías de las niñas fantasmas (sonido ululante de viento corriendo entre los montes aledaños, haciendo que las turbinas eoloeléctricas de los alrededores se muevan de modo fantasmal).

A ver, antes de entrar al camposanto, ya sabíamos que las fotos de las niñas eran más falsas que un euro con la cara de Íker Jiménez. O sea, muy impresionados no íbamos.

Le explico, lectora, lector, el problema de las fotos antes de invitarle a entrar conmigo al camposanto en cuestión, aclarando antes que es necesario dar tantas vueltas como voy a llevarle a dar porque no sólo Íker Jiménez insiste en su sitio Web en hacer una nota "IMPORTANTE" indicando que todo lo que hay allí es © Ikerjimenez.com 2005 – Fotografías propiedad de www.ikerjimenez.com, prohibida su reproducción en cualquier medio, sino que luego se contradice diciendo que la supuesta familia "García Peña" es la propietaria por Copyright (así, con mayúscula reverencial) de las fotos. Para el caso, habla de seguir investigando este asunto en una "pesquisa" (no es para tanto) en la que "todos podéis participar", y al mismo tiempo muestra un supuesto comunicado de la familia ésa en la que amenaza con proceder judicialmente por "apropiación indebida" de las fotos y por "injurias al honor y buen nombre" de tal familia, misma que al principio no quería salir ni mencionada.

En fin, que se usa el copyright (que respeto escrupulosamente en este blog y en todo lo que hago, cosa que no es frecuente en el mundillo de los soplapitos del misterio, como lo demuestra el ladrón de fotos Manuel Capella, de la SEIP) y las amenazas de juicios tremendísimos (al estilo Bruno Cardeñosa, Pedro Amorós y, sí, Íker Jiménez), para impedir que otros hagan públicas sus propias conclusiones sobre todo si ellas sirvieran para desenmascarar el embuste.

Por eso, todo lo hemos tenido que hacer sin mostrar las fotografías que, por otro lado, aparecen sin más en el sitio de comercio electrónico "ikerjimenez.com", aunque debidamente reprocesadas, comprimidas y con la información EXIF borrada.

Investigación fotográfica de sillón


En la primera entrega de este engaño, Íker Jiménez dice que las fotografías de las niñas "fantasmales" del camposanto del misterioso pueblo de Ávila han "asombrado" a los profesionales de la informática y la fotografía que las han estudiado.

Como ya dijimos aquí, el "experto informático" de Íker Jiménez and company, Guillermo León, no tiene idea de lo que dice, y no es nadie para declarar "autentica" o "falsa" una foto.

Respecto de los profesionales de la fotografía supuestamente consultados por Jiménez, va lo mismo: o son muy tontos, o mienten diciendo que son profesionales de la fotografía cuando en realidad son boticarios, o mienten al decir que se asombraron... o bien Íker miente y estas fotos nunca se las enseñó a un verdadero profesional de la fotografía digital que se tardaría segundos en descubrir el truco.

Porque aquí lo que estamos haciendo es resolverle una duda a Íker Jiménez. Dice que visto lo visto no es fácil encontrar una explicación a la foto, y pregunta si "nosotros" (entiendo por ello los lectores en general) sí la tenemos.

Sí, Íker, la tenemos. Es un truco. Y tremendamente obvio, para remate. Sí es fácil explicarla. Cierto, nos han dicho que tú aseguras que el director de PhotoShop España (en realidad es Adobe España) y los infógrafos del diario ABC están estudiando la foto y no encuentran el truco. Dudo mucho que alguno de ellos te firme un papel diciendo que no hay truco.

Los archivos que conforman las fotografías digitales no sólo contienen datos sobre los píxeles de la imagen (color, tono, luminosidad, etc.), sino que incluyen muchos otros datos, entre ellos los llamados EXIF (Exchangeable Image File Format, o Formato de archivo de imagen intercambiable), y en general los programas que se usan para el tratamiento de imágenes no permiten cambiarlos.

Entre los datos EXIF tenemos la marca y modelo de la cámara, la fecha y hora de la toma (según el reloj interno de la cámara, claro), si se disparó el flash o no, la longitud focal del objetivo o lente y muchos etcéteras.

Bien, pues las maravillosas fotos de las niñas fantasmas le han sido acercadas a este bloguero por al menos tres caminos, de manos de personas aparentemente sin relación entre sí, aunque no apuesto nada. Y todas cuentan la misma historia.

(No peco de original, tales fotos han caído en muchas manos y han sido analizadas de distintas formas, en general con la convicción de que esto es un cuento como el de Alí Babá, en distintas publicaciones en la Web como "Milenio3 Impacto (El Fraude)", de Lois López Vilas, la entrada "Íker Jiménez pillado en un fraude", de la bitácora Bajo el volcán, de Gerardo García-Trío, un análisis de bastante baja estofa llamado "Camposanto", de Manuel González Pareja, quien, por cierto, escribe "deliveraciones", lo que confirma que los misteriólogos le tienen manía a la ortografía, incluso la página "Mundo parapsicológico", mantenida por creyentes en la misteriología, una aproximación bastante rigurosa en "Las fotografías del camposanto" en la web de Macías Pajas y el más raro, el "Análisis fotos camposanto", de Rafael Cabello Herrero, personaje que solía ser uno de los "expertos" que antes validaban fotografías para mayor gloria de Íker Jiménez y que ahora se muestra, asómbrese usted, escéptico.)

Las imágenes se nos presentan como si fueran dos fotos distintas: una muestra un ángulo del cementerio y está bien iluminada con un flash. La segunda está tremendamente oscura, parece estar más cerca de la tapia y muestra al fondo, junto a la tapia del cementerio, a tres niñas en blanco y negro (bueno, en un duotono blanco y azul). La versión oficial de Íker Jiménez es que la primera es "previa" y la segunda es "la original" donde aparecen las niñas. Se ha hablado que en la segunda se hizo un zoom, lo cual equivale a alargar la distancia focal de la cámara para acercarse al objetivo.

Pues no. Las dos imágenes son una y la misma foto, como ya han señalado de varias formas algunos de quienes hacen los análisis arriba citados.

Sorpresas dentro de las fotos


La prueba de pruebas de que ambas fotos son la misma son los datos EXIF que contienen ambas imágenes. Los datos de la columna izquierda son los de la foto "previa" (en versión de Jiménez), los de la derecha son los de la foto de las niñas "fantasmas".



Como puede ver usted, hay cosas interesantes: primero la hora de la toma es exactamente la misma, las 4:14:02 del día 29 de agosto de 2004. En este tipo de cámaras (Sony DSC-P92, como nos dicen los propios datos EXIF), el tiempo de reciclado es de 1,34 segundos como mejor tiempo, y esta imagen usa la máxima resolución de este tipo de cámara, que es de 2592x1944 píxeles. Es decir, que esta cámara no puede tomar dos fotos en el mismo segundo (cosa que sí pueden hacer las cámaras profesionales que tiran ráfagas de varias fotos por segundo).

Esto basta para demostrar sin lugar a dudas que es la misma foto. Y de pasadita demuestra que Guillermo León, Íker Jiménez y los "expertos" sin nombre a los que se alude son unos profundos ignorantes o unos mentirosos, usted decida.

Pero hay más.

La longitud focal (Focal length) en los dos casos es de 8.0000. La cámara en cuestión tiene un zoom interno de 7.9 a 23.7mm, que equivale a longitudes de 39 a 117mm en cámaras analógicas de 35 mm o cámaras profesionales full-frame. En resumen, ambas fotos están tomadas a la misma longitud focal por lo cual es mentira que se haya empleado el zoom para "acercarse" a la pared (vaya usted a saber para qué demonios querría acercarse el fotógrafo si dice que no veía nada, pero ésa es otra historia).

Es decir, que la segunda foto se recortó de la primera (como ya señalaba Macías Pajas). Pero ojo, ambas miden lo mismo, 2592x1944 píxeles. ¿Cómo es posible?

La respuesta está en la llamada "interpolación", que son los algoritmos empleados para "agrandar" una foto. Al "agrandar" un recorte de una foto, los detalles se difuminan porque el algoritmo calcula píxeles donde no los había, lo cual resulta sumamente conveniente si uno quiere, digamos, ocultar los rastros de una manipulación de imágenes. Por ejemplo, en esta foto hemos "clonado" el florero que está en la lápida y lo hemos colocado frente al crucifijo, después recortamos la segunda foto, la oscurecemos y la interpolamos, y el truco es más difícil de detectar, sobre todo si comprimimos la foto con pérdida de datos.

El conocido formato jpg tiene la característica de que comprime las fotos eliminando datos. En compresiones bajas, esto no es muy notorio, pero conforme más comprimimos una foto, más datos pierde. Así, en la imagen que aparece abajo, la foto de la izquierda tiene muy poca compresión, pero la de la derecha está muy comprimida en jpg, con los resultantes "artefactos" de forma cuadrangular (que, como bien señala el lector Fernando Pazos, deberían traducirse como "artificios", pero nadie lo hace) que eliminan muchos detalles.

Veamos ahora el tamaño en bytes de las fotos que promueve Jiménez. La primera tiene unos 723 KB, que es el tamaño de imagen que da dicha cámara Sony a baja resolución (a alta resolución da 2,67 megabytes). Por tanto, la segunda imagen, si fuera otra foto tomada por esa cámara, tendría también alrededor de 700 kilobytes o más, pero no podría tener menos. Sin embargo, vemos que tiene 521 KB, lo que nos indica que además de interpolarse, se comprimió en jpg para disminuir la nitidez.

Junto a este cúmulo de imposibilidades técnicas que comprueban que ambas imágenes son una sola foto en dos versiones, tenemos el "misterio" de por qué la "foto de las niñas etéreas" es mucho más oscura que la anterior. Si vemos los datos EXIF nuevamente, notaremos que en ambas fotos se usó la misma apertura (F-stop): 2,8, en ambas el flash se disparó (Flash - Fired), en ambas el tiempo de exposición (Exposure time) es de 10/20, en ambas se usó una sensibilidad de ISO 100 y, por último, en ambas tenemos los mismos valores de modo de medición (Metering mode), modo de exposición (Exposure mode), de tipo de captura (Scene capture type) y de balance de blancos (White balance).

En pocas palabras, si todos esos valores son iguales, las fotos deberían tener la misma luminosidad. Si no la tienen, es porque la imagen fue manipulada. Afortunadamente, en el apartado "Camera version", que sería la versión de la cámara, viene un dato extraño: Adobe Photoshop CS Windows. Claro que eso no es una "versión" de una cámara, sino un programa, una obra de software que se emplea muy extendidamente para manipular imágenes (y que según algunos vendedores de embustes es de "análisis de imagen").

Es decir, la foto original de cámara se trabajó con ese programa, PhotoShop versión CS, con él se recortó e interpoló, además de que se oscureció, probablemente sólo alterando los niveles, porque si uno le aplica a la foto "de las niñas" el paso "Niveles automáticos (Auto Levels)", adquiere prácticamente la misma luminosidad que la foto supuestamente previa. PhotoShop deja así, en "Camera version", su firma en los archivos de foto digital que maneja, lo cual en este caso es la cola de fuera del gato escondido de la misteriología codiciosa.

Los trucos de los fabricantes de software


Lo que tampoco tenían presente ni los trucadores ni los supuestos "expertos" mileneros, es que Adobe tiene la peculiar costumbre de incrustar sin avisar muchos datos en los archivos que se generan con sus programas (PhotoShop, Acrobat, Illustrator) en especial en formato XML (Idioma de marcado extensible), en la forma de "metadatos". Así que abrimos en PhotoShop la información de XMP (Plataforma de metadatos extensibles) de Adobe de ambas imágenes y conseguimos que nos cuenten una historia sumamente interesante y precisa. La información de arriba es la de la foto falsamente "previa" y la de abajo es la de la foto falsamente "original" con fantasmitas.



Estos datos nos cuentan las andanzas de la imagen desde que la almacenó PhotoShop por primera vez. La foto "previa", fue guardada con alguna modificación el 30 de agosto de 2004 a las 19:13:11 (observe que todas las horas de los datos XMP son +1, es decir, una hora más que el horario de Greenwich, que es el horario del ordenador o computadora empleado para el truco, ya no el de la cámara) con el programa Adobe PhotoShop CS. La segunda, la "original", fue guardada un día después, el 31 de agosto, a las 16:40:57, y su última modificación se hizo unos cuarenta minutos después, a las 17:19:52, con el mismo programa.

El panorama ahora es más claro: se toma una foto a las 4 de la mañana del día 29 (o más temprano, pero poniendo el reloj de la cámara para que marque esa hora). El día 30 por la tarde se abre la foto que se presentará como "previa" y se le corrige algo, niveles, color, o lo que sea, no lo sabemos, y se guarda en jpg. El día 31 por la tarde se hace la falsificación definitiva generando un nuevo archivo a partir del anterior (recortando la foto, injertando a las niñas, oscureciendo, extrapolando y comprimiendo). Se le despachan ambos archivos a un conocido mercader de misterios, éste consigue que se lo valide un tipo que no sabe nada de fotografía y luego se anuncia un dossier misteriosísimo que aumenta el asombro y el caché del beneficiario.

Las niñas gigantes


Como anécdota menor, desde que vi las fotos del camposanto jimenezero por primera vez, me pareció que las niñas eran, por así decirlo, gigantescas, cosa quizás paranormal, usted decida. Quizá estaba yo confiando demasiado en mis ojos y las muchas fotos que han visto.

Cuando vi las fotos de Carmen Porter situada en el lugar donde supuestamente estaban las niñas, la situación parecía aún más incorrecta. Si comparamos la estatura de Carmen Porter con la de las niñas (ajustando ambas fotos al mismo tamaño usando como base las tumbas), éstas eran, cuando menos, tan altas como ella, y al menos 50% más anchas. Vaya, no es que fueran niñas altas (por ejemplo, los fantasmas de un equipo de baloncesto femenil infantil), sino que eran gigantas. A ojo de buen cubero y sin pretensión científica alguna, cada niña pesaría cuando menos 120 kilos. A menos que las niñas estuvieran mucho más cerca de la cámara respecto de la tapia, claro, y se vieran grandes por cuestiones simples de perspectiva.

Lástima que, según la versión oficial, eso era imposible porque Jiménez destaca que las niñas se ven detrás de una cruz de hierro. O sea que más cerca no podían estar. Entonces eran gigantes.

Las fotos publicadas en el sitio de comercio electrónico de Íker Jiménez de su visita al pueblo misterioso no servían realmente para una comparación más o menos aceptable, porque la longitud focal era la incorrecta, el fotógrafo se puso donde le dio la gana y el encuadre no se parecía ni un poco al original.

Pasando frío en Ávila


Sin chaleco cruzamos así Marta y yo la provincia de Ávila, pasando por hermosos paisajes escarchados, entre dehesas de reses bravas y cotos de caza, hasta llegar al pueblo misterioso. Íbamos a Málaga, a otros menesteres, pero aprovechamos el viaje.

Previamente habíamos hablado con el alcalde de la localidad, que nos dijo que nadie en el pueblo le daba ninguna importancia a este asunto, que no se hablaba de él y que el cementerio no tenía más historias que cualquier otro cementerio de pueblo pequeñísimo, pero que por supuesto podíamos ir a tomarle fotos al cementerio y a lo que nos diera la gana. Cuando le señalamos que su pueblo podría acabar siendo el Bélmez del siglo XXI para satisfacer las ansias de notoriedad y dinero de algunas personas, sí mostró alguna señal de alarma.

Llegamos tarde al pueblo misterioso. El ayuntamiento ya estaba cerrado, y el alcalde no era localizable hasta las 6 de la tarde, así que nos tomamos algunos cafés y hablamos de fantasmas alrededor de los locales, quienes no prestaron demasiada atención. El pueblo está casi desierto, así que fuimos a visitar el cementerio.



Como han observado otros, el cementerio está a unos 50 metros de la carretera, exactamente donde hay una gasolinera y, junto a ella, una casa habitada, como lo muestra esta foto. Al otro lado, pegado a la tapia del cementerio, hay un almacén de materiales de construcción cuyos trabajadores no parecían tampoco demasiado impresionados. El sitio está bastante poblado. La puerta del cementerio, que Íker nos muestra en tenebrosa foto nocturna, está atrancada con dos ramas. Entramos, encontramos el sitio de las apariciones etéreas, calculamos una focal que se acercara razonablemente a la usada en la foto original, ajustamos la posición en lo posible (evidentemente el fotógrafo original es más alto que Marta y que yo) y me fui hacia la tapia, donde dice Íker que estaba Carmen porque allí estaban las niñas recortadas de una foto antigua. Marta tomó la foto y era evidente que yo me veía demasiado pequeño y difuso pese a la alta resolución de la cámara Canon 10D, 6,2 megapíxeles), ni rastro de las expresiones faciales que se les ven a las niñas pese a la extrapolación, la compresión y demás operaciones para injertarlas en la foto.



Lo difícil ahora era comparar mi foto con la de las niñas sin usar ésta, con tantas amenazas sobre las cabezas de los "investigadores" como hay, al menos hasta que ikerjimenez.com no me mande los originales de cámara.

Mi solución fue dibujar un croquis de la foto de las etéreas y falsas fantasmas.



En rojo, las niñas.

Dejé sólo las líneas y sobreimpuse el croquis sobre mi foto ajustando el tamaño de la foto para que las tumbas coincidieran con las del croquis. Por más que uno se cuide, la reproducción de una foto es imperfecta, así que me centré en respetar el tamaño aparente de los objetos y lápidas más alejados. Una vez habiendo hecho lo más posible, usé esa foto bajo el croquis y parecía claro:



… las niñas eran de un tamaño colosal, un milagro encima de otro milagro… o el que hizo el truco no tiene buenas relaciones con la peculiar ciencia de la perspectiva.

Haciendo un cálculo impreciso pero no del todo inválido, usando el croquis de las niñas y mi foto manteniendo al mismo tamaño la tumba que está atrás y a la izquierda, mi estatura (sin los pies, cortados por el bordillo de la tumba en construcción) es de 279 píxeles, y las niñas tienen una altura de 233 píxeles. Como yo mido 1,69, una simple regla de tres nos dice que la niña de atrás, la que aparece al centro, mide 1,41 como mínimo, dependiendo del largo de la falda, pero dado el tipo de ropa, esos vestidos llegaban a media pantorrilla, y por tanto fácilmente mide 1,55. Una niña de 6 años mide en promedio 1,12.

Un solo misterio, el de las niñas fantasma, ahora se convierte en dos misterios, las niñas gigantescas. ¡Vaya chapuza de truco!

Resumen y a ver qué falta


Hemos dado pruebas sólidas de que los datos contenidos en las fotos revelan su origen espurio, el truco realizado sobre una para presentar ambas como "reales" (ah, y no, no hemos revelado todos los detalles que hay dentro de una foto, porque si no sería darles clases de trucaje a quienes no tienen empacho en mentir por dinero, lo cual tiene un nombre muy feo). Con eso basta para tirar por tierra la teoría jimenezca de los fantasmas, y la inocencia candorosa de quienes se ocultan bajo el nombre de "Familia García Peña". La reproducción de la foto del cementerio, junto con la foto de Carmen Porter que aporta Íker Jiménez, deja claro que las niñas son gigantas además de fantasmas, o que el manipulador de la imagen es un chapuzas de mucho cuidado.

De las demás afirmaciones que nos da Jiménez, no vimos en el camposanto las inscripciones sobre la guerra civil, el osario es triste, pero no macabro, la morgue es una morgue. Detalles menores, sin duda. Así que tomamos algunas buenas fotos del cementerio y sus alrededores, pasamos a visitar al alcalde y marchamos hacia otra población más grande de ávila, donde nos esperaba un solomillo de gran amabilidad.

El cuento es un cuento, nada más. Y ni qué decir que estamos en la pista de los responsables del bulo, al parecer dos jovencitas del pueblo, para ver qué tienen qué decir.

(Actualización, diciembre 22, 19:10 horas: hicimos algunas correcciones de estilo, metimos la foto del cementerio desde la gasolinera que se nos había pasado, corregimos la URL de Macías Pajas e ikerjimenez.com sigue sin enviarnos los originales de cámara que pedimos.)

(Actualización, enero 6, 04:40 horas: Más correcciones por observaciones de amables lectores, aclaración del significado de algunas siglas como XML y XMP, e ikerjimenez.com sigue sin enviarnos los originales de cámara... pero se dice que el gallinero milenario anda más que alborotado debido a esta modesta entrada en un blog que no conoce nadie si lo comparamos con la audiencia a la que llegan los cuentos de Íker and company... curioso, pues.)

(Fotografía de Mauricio en el cementerio, Marta Menéndez. Las demás fotos, Mauricio-José Schwarz.)