junio 14, 2008

Expertos y eggspertos

Siempre llama la atención que los "periodistas del misterio" entrevisten y citen a unos señores a los que llaman "expertos" y cuyas afirmaciones lanzan esperando que así se convenza a su sufrido público de que realmente tienen idea de lo que están diciendo y, por tanto, el público debe creerles y adquirir el merchandising de lo abracadabrón: cedés, deuvedés, libros, revistas, entradas a conciliábulos fantasmales, terapias turulatas, agua a 140 dólares el litro y otros productos y servicios de esta industria colosal.

Claro, la palabra "experto" implica que uno ha estudiado todos los elementos relacionados con cierta área del conocimiento. Y aquí es donde los mercachifles del ocultismo hacen su truco, porque cuando se compara lo que se necesita para ser "experto" en un conocimiento real y los requisitos que cumple la fauna que cobra en los susodichos programas, revistas, libros y etcétera, la diferencia es bastante abismal.

Pero no me crea usted, por favor. Siga adelante y compare lo que estudian los verdaderos expertos, a ver si al final está de acuerdo en que quienes se pueden ver en los anuncios de la supernaturalidad paranormal erisipelante son, cuando mucho, "eggspertos", es decir, tipos que cobran por hablar de lo que no saben, lo cual en el mundo real se llama simplemente engaño, , embaucamiento, dolo, embeleco, engañifa, falacia, falsedad, fraude, hipocresía, patraña, tapujo, trola, simulacro, bulo, camándula, filfa, artificio, estafa, engañifa, fraude, pufo, timo, trapacería, chancullo, trampa, chanchada y demás sinónimos.

Por ejemplo, para ser zoólogo es requisito, primero, ser biólogo, y luego especializarse en zoología. Para ser biólogo por la Universidad de Navarra, por ejemplo, es necesario estudiar Física de los procesos biológicos, Ampliación de Química, Matemáticas, Citología, Química, Zoología, Bioquímica, Fundamentos de Antropología I y II, Bioestadística, Ampliación de Bioestadística, Histología Vegetal y Animal, Botánica, Microbiología, Fisiología Vegetal, Ecología, Fisiología Animal, Genética, Laboratorio Integrado sobre Experimentación e Instrumentación Biológica, Diseño Experimental, Deontología Profesional del Biólogo, Informática Avanzada y Técnicas bibliográficas, y una pila de materias optativas. Todo esto se estudia en al menos cinco largos años.

Un zoólogo como, digamos, Desmond Morris, tiene además estudios de postgrado, ya sean maestrías o doctorados o hasta postdoctorados internacionalmente reconocidos.

Veamos lo que tiene que estudiar de criptozoología alguien como Loren Coleman, reconocido mundialmente en el mundo de la superchería, premiado, autor de montones de libros, conferenciante a sueldo y mediático payaso al que le gusta fotografiarse con maniquís de bichos que él cree que son el Pie Grande o Bigfoot. Para ser criptozoólogo, Loren Coleman estudió: nada.

Para otras cosas estudió trabajo social, que es su carrera. Pero para ser criptozoólogo no necesitó ningún estudio. Sobre todo porque en toda su dilatada carrera de famoso profesional y cobrante entusiasta, nunca ha descubierto absolutamente nada, no ha encontrado a un solo animal de los bichos mitológicos que dice estudiar (¿cómo se estudia lo que no se ve, que no deja restos, que no tiene prueba alguna de que exista?), no ha descubierto pelo, restos, cadáveres, heces fecales, ADN, huesos ni parte alguna del pie grande, el chupacabras, el orang pendek, el hombre polilla, el monstruo de Loch Ness, el diablo de Jersey o ningún otro animal de cuento. Es más, jamás ha visto a ninguno de los animales sobre los que escribe y por los que cobra. ¿No es maravilloso?

Imagínese usted que alguien es biólogo e investiga algo durante 40 años, sin obtener ni un solo dato nuevo, útil o importante en esos 40 años... ¿no pensaría usted que se trata de un mediocrazo, de un fracasado o de un impostor? Pues el mundo del "misterio" por el contrario trata a Loren Coleman como un famoso y todo un experto.

Obviamente, un criptozoólogo puede estudiar zoología, si le place, pero no sólo es innecesario para la tarea de escuchar historias e imaginarse que son reales (que es lo que hacen los criptozoólogos, entrevistan a personas que dicen haber visto ciertos seres más o menos difusos y sin prueba alguna, lo cual acaba siendo mejor, porque cuando hay algo como la famosa película del pie grande de Roger Patterson y Bob Gimlin, resulta ser falsa), sino que francamente estorba. ¿De qué le sirve estudiar zoología si no tiene ninguno de los elementos necesarios para estudiar zoológicamente a un ser viviente, para qué quiere saber qué significa "ADN" si nunca ha tenido el material genético de ningún "críptido", que es como les gusta llamar a los animales míticos que les dan de comer?

Otra comparación interesante se da en el terreno de la "ufología" u ovnilogía, que es el estudio de cosas en el cielo que los que los ven no saben qué son. La sola definición de esta "disciplina" es altamente sospechosa, ya que en su origen pretende que hay una sola explicación a todos los informes de objetos más o menos volantes, flotantes, aterrizantes o despegantes independientemente de que sean luminosos, opacos, largos, gordos, chicos, grandes, rápidos, lentos, difusos, en forma de boomerang, etc.

Pero en fin, dado que hablamos de cosas que vuelan y no parecen animales (no le cuente a nadie que el fundador de la locura plativolera, Kenneth Arnold, solía decir que él creía que los objetos volantes que vio eran animales que vivían en la estratósfera), su correlato en el mundo real sería, suponemos, la aeronáutica.

Para ser ingeniero aeronáutico, el Ministerio de Educación y Ciencia exige que los alumnos estudien (y aprueben) las materias de Ciencia y Tecnología de los Materiales, Expresión Gráfica, Fundamentos Físicos de la Ingeniería, Fundamentos Matemáticos de la Ingeniería, Mecánica y Termodinámica, Sistemas de Navegación y Circulación Aéreas, Tecnología Aeroespacial, Teoría de Estructuras, Transporte Aéreo, Aerodinámica y Mecánica del Vuelo; Aeronaves, Astronáutica e Ingeniería Espacial; Aviónica, Estructuras Aeroespaciales, Ingeniería Aeroportuaria y Organización Aeronáutica, Materiales Aeroespaciales, Métodos Matemáticos, Producción Aeroespacial, Proyectos, Termofluidodinámica y Propulsión.

Esto es para estudiar los pedestres (bueno, no) aparatos volantes creados por el inferior ser humano y que vuelan todos los días por miles y miles en todo el mundo. De este modo, uno supondría que se requieren estudios más completos para ocuparse de cosas volantes que podrían ser prodcuto de una tecnología avanzadísima, complejísima e inimaginable de seres tremendamente inteligentes que cruzan las galaxias para que los vea el tonto del pueblo. Digamos, que un ufólogo debería saber mecánica cuántica, matemáticas matriciales, teoría de materiales, geología, mineralogía, metalurgia y algunas otras cosillas...

Ninguna de las cuales ha estudiado ningún brillantísimo "ufólogo español" de los que aparecen en Google cuando uno busca esa combinación de palabras, digamos Óscar Rey Brea, Antonio Ribera (doctor en filosofía y letras y submarinista), Juan José Benítez y Javier Sierra (licenciados en ciencias de la información), Bruno Cardeñosa (también estudió ciencias de la información), etc.

Como todo mundo sabe, los estudios académicos no lo son todo y tenerlos o no significa bien poco. Si una persona puede desarrollar una aeronave eficiente, sería poco relevante que fuera o no ingeniero aeronáutico, y si su trabajo fuera brillante es probable que le dieran facilidades para obtener el título. Pero ¿cómo se detecta a un ufólogo brillante? La teoría sería que es una persona que ha permitido, con su trabajo y conocimientos, adquiridos en las aulas o en la escuela de la vida, da igual, conocer mejor a los objetos voladores no identificados, es decir, que ha dado pasos concretos para la identificación de estas cosas, que ha estudiado sus materiales, a sus tripulantes, sus objetos, sus mecanismos de desplazamiento... el problema nuevamente es que nadie tiene materiales, tripulantes, objetos, mecanismos ni nada, absolutamente nada que pueda relacionarse estrictamente con un ovni y que haya sido identificado como algo fuera de lo cognoscible. Recuerdo ahora los fragmentos del ovni de Puebla de 1973, que más de una década después se identificó como basura espacial soviética.

De fotos de "ovnis" ni hablamos, porque la historia es más o menos la misma que la de las fotos y películas del monstruo del lago Ness o del pie grande.

Con todo esto, es evidente que cualquier lameplatos y abrazapostes puede presentarse, si lo desea el vendemotos a cargo, como "experto" en los medios misteriófilos. No se necesita, no se requiere, no se demanda NADA para ser uno de los expertos que cobran en el programa de Íker Jiménez, para opinar sobre ovnis, monstruos, fantasmas o cualquier cosa.

La televisión rosa al menos no presenta a Belén Esteban, a Aída Nízar o a Alessandro Lecquio como "expertos en temas de relaciones humanas". Los vendedores de misterios son bastante menos honestos cuando nombran "experto" a sus Belenes, Aídas y Alessandros, como Eric Frattini, Santiago Camacho, los chifladitos del Grupo Hepta o cualquier otro ejemplar de la granja del uyquémiedo.

Si al menos los llamaran "eggspertos"...