octubre 04, 2008

Los Ig Nobel no son las MOPAs

Aprovechamos esta nota para recordarles a nuestros lectores que ya está abierta la veda para nominar a los ganadores de las MOPAs de 2008 (los "mopizados") aunque más adelante lanzaremos la convocatoria formal ubre et orbi.

La organización Improbable Research (Investigación Improbable) ha entregado, como lo hace desde 1991, los premios Ig Nobel a una serie de investigaciones científicas peculiares, todo entre risas y buen rollito entre los científicos, pues la mayoría de los galardonados tuvieron representantes en la ceremonia llevada a cabo la noche del 2 de octubre... pero se enfrentan cada vez con una mayor incomprensión por parte de los medios, que tienden a suponer que se trata de unos premios más bien poco serios, como las MOPAs (Máxima Orden dela Parapsicología Alucinadita) que concede cada año el 28 de diciembre, Día Internacional del Charlatán, la Academia de Ciencias y Artes Neo-Ocultistas (ACA-NO).

De alguna extraña manera, seguramente utilizando el astuto proceso de no investigar ni en defensa propia e inventarse las cosas, total qué más da, los periódicos suelen tomarse a chacota los Ig Nobel... y nada más, sin darse cuenta de que tal es únicamente el 50% del objetivo de estos premios, que decide un grupo de unos 50 científicos de las más diversas disciplinas y de todo el mundo.

Los premios Ig Nobel se dan, dicen los responsables, para "honrar logros que primero hacen a la gente reír, y luego los hacen pensar. Los premios tienen por objeto celebrar lo desusado, honrar lo imaginativo y promover el interés de la gente por la ciencia, la medicina y la tecnología".

Los medios ciertamente no piensan después de echar unas risotadas, ya no se diga promover el interés de nadie por la ciencia. El periódico (es un decir) español El Mundo aseguró que los Ig Nobel "buscan ser una alternativa divertida a los extremadamente serios premios Nobel", cosa que se sacó de la manga el redactor en un rato de inspiración, del mismo lugar, quizá, de donde sacaron al virus del SIDA para meterlo sin venir al caso en la investigación de la Coca-Cola como espermicida. Por su parte El País no tiene empacho en llamar arteramente a estos premios "Los anti-nobel", como resultado de un rapto lírico del becario que se inventa los titulares y que tiene su contraparte en El Universal en México, que además de decir la misma memez la corona con una mayor: "Lo irrelevante de la ciencia". El prestigioso Página 12 de Argentina no se quiso quedar atrás y lo llamaron "Un premio al ridículo científico", lo cual como menos es falso.

Evidentemente, los diarios en español no tienen a becario alguno que tenga los conocimientos mínimos de inglés, y copiaron tal cual los rebuznos de las agencias que afirmaron (como el ABC le atribuye a Reuters) que uno de los premios fue por "demostrar como un armadillo puede arruinar una excavación arqueológica", cosa ligeramente imprecisa, pues lo que hizo fue medir cuánto puede alterar un armadillo el contenido de un sitio arqueológico.

Esto primero da risa, pero luego debe ponernos a pensar. El trabajo experimental de Astolfo G. Mello Araujo, de la Universidad de Sao Paulo puede ser tremendamente relevante en casos donde la ubicación de restos o elementos, digamos, de un ritual funerario, tenga un claro significado. ¿Los armadillos suramericanos podrían o pueden ser responsables de algunas alteraciones que erróneamente se han interpretqado como peculiaridades culturales? ¿Deben los arqueólogos estar atentos a signos de actividad de los armadillos que puedan afectar o invalidar excavaciones? Tenga usted presente que cualquier arqueólogo le dirá que un objeto en su contexto cultural es un especimen arqueológico que puede enseñarnos mucho, pero que desontextualizado (movido, sacado, alterado de cualquier forma) es un simple cacharro viejo.

Evidentemente, si no llegamos a pensar sobre el significado de estos descubrimientos tan peculiares, la risa es un tanto boba y la incomprensión jubilosa pueden ser motivo para que los luditas y la tribu antiinteligencia en masa crea que los científicos son bobos, la ciencia una patochada y nada es verdad ni es mentira (aunque baste zumbarles en el occipucio con una piedra de tamaño mediano para que se las vean negras tratando de ignorar la realidad de la piedra y del correspectivo chichón, chipote o huevo).

Veamos algunos de los Ig Nobel de este año y algunas preguntas que se nos ocurren y que sirven para dimensionar cuán relevante puede ser algo que a primera vista no lo parece.

Dada la relevancia económica de la Coca-Cola como el producto más exitoso de todos los tiempos, todos los diarios en español que consultamos destacaban el premio Ig Nobel de química otorgado a los científicos etadounidenses que demostraron que este refresco es un espermicida efectivo. Leyendo esto, uno se queda con la impresión que es una "no noticia", en plan de ¿a quién le importa? o, en el mejor de los casos, plantearse qué tan desesperada debe estar una mujer para hacerse una irrigación vaginal con Coca-Cola a modo de anticonceptivo. Y es que los diarios consultados (con excepción de Página 12, por cierto) olvidaron señalar que el premio lo compartían ex aequo otros investigadores taiwaneses con un estudio que indicaba exactamente lo contrario. ¿La ciencia está loca? Pues no, pero el tema abre interesantes preguntas. Primero, ¿hay alguna diferencia en los protocolos experimentales que pudiera explicar la aparente contradicción? ¿Cuál es o cuáles son los principios activos que tienen el efecto espermicida? ¿Podría haber una importante variación genética entre orientales y occidentales que determinara distintos grados de sensibilidad de sus respectivos espermatozoides a ciertas sustancias?

El Premio Ig Nobel de la Paz es aún más curioso a primera vista, se entregó a un comité suizo biotecnológico y a todos los ciudadanos de Suiza por declarar legalmente que "las plantas tienen dignidad". Más allá del chiste, el problema bioético sobre el que llaman la atención es grave. Los promotores del Proyecto Gran Simio buscan que se dé a los grandes simios derechos iguales a los humanos. Si a los grandes simios sí, ¿por qué no a los demás simios?, ¿y entonces por qué no a todos los primates? Y si se dan derechos humanos a todos los primates, ¿no deben tener los mismos derechos los demás mamíferos, los demás vertebrados, los demás animales y también las plantas? Si fuera así, el simple hecho de alimentarnos sería un ataque a la dignidad de otros seres (habría que ver qué tan digno es dejarse morir de hambre, o dejar de morir de hambre a los hijos de uno), ya no digamos todo tipo de investigación científica que use seres vivos, como las que rechazan los antiviviseccionistas. Evidentemente, tenemos que marcar una línea en algún lugar, pero no es claro dónde y por qué. El que el tema se pueda reducir al absurdo y llevar hasta la "dignidad de lasplantas" pone de manifiesto que aún no tenemos una aproximación adecuada al conflicto ético.

El Premio Ig Nobel de Medicina, entregado a Dan Ariely de la Universidad de Duke por demostrar que los placebos caros son más efectivos que los placebos baratos tiene muchísima miga. Del efecto placebo sabemos poco, sólo que las expectativas de mejoría del paciente, su creencia en la eficacia de un medicamento, influyen en dicha efectividad. Sabemos que entre los elementos que influyen está la empatía del responsable de la atención (médico, curandero, sanador, brujo yuyu), su autoridad percibida, algunos aspectos sociales, etc. Ahora sabemos también que el precio es un componente, y ello podría explicar en parte al menos la efectividad de medicamentos más costosos (como los "de marca") frente a los genéricos, al considerar los pacientes que el genérico debe ser "menos bueno" porque "cuesta menos". Y ello no deja de ser interesante en un mundo que lucha por una medicina mejor, más humana, más accesible a todos y más responsable.

Dejo para el final, sin ser exhaustivo con los premios, el Ig Nobel de Física, otorgado a Dorian Raymer y Douglas Smith que demostraron matemáticamente que montones de cuerda, o pelo o casi cualquier otra cosa inevitablemente formarán nudos. Esto está bastante lejos del delirante, ignorante y hasta indignante titular del "periódico" El Mundo: "Premian con el Ig Nobel al físico que descubrió que todo lo que pueda enredarse, se enreda". Enredarse y formar nudos no son sinónimos, y aunque supongo que esto le vendrá guango al que inventó el chiste, a su jefe, al jefe de su jefe y así hasta Pedro J. y su jefe Jiménez Losantos, no es justo que se le cuenten tales trolas a los lectores, que además son los que pagan. En manos de "periodistas" así, la definición de la topología como "la rama de las matemáticas para la cual un donut (o dona) y una taza de café son lo mismo" podría ser motivo de largos ratos de cuchufletas, chistes de patio escolar y exhibición de pobreza de miras y falta de culturita, pero lo que difícilmente podrían hacer es explicarle nada a los lectores. La teoría de nudos es, precisamente, una rama de la topología, y los nudos en sí han fascinado a muchos personajes a lo largo de la historia, como el propio Da Vinci. La inevitabilidad matemática de que algo se ate en un nudo puede tener importantes consecuencias en las matemáticas, cosa que ni se plantean los que en los diarios se encargan de llenar los incómodos espacios en blanco que deja libres la publicidad, que es lo que, a sus ojos, importa.

Los Ig Nobel son una aproximación divertida, jocosa y amable a investigaciones de aspecto extraño, improbable, desusado o insólito, pero no son un chiste, ni los "anti-Nobel" ni ninguna bobada similar. Si los que se encargan de informarnos (es un decir) se enteraran del asunto, podríamos compartir mejor la diversión.