febrero 22, 2008

El doctor Sánchez Dragó

Actualización de mediodía
Bueno, esto es más bien una "preactualización", ya que mientras ayer yo me afanaba en encontrar datos sobre la pócima milagrosa del doctor Sánchez Dragó, resultaba que ya el Ministerio de Sanidad estaba investigando al escritor por promover la melatonina. Ojalá esta investigación no se haga solamente por motivos ideológicos y políticos, porque este tipo de barrabasadas no se le deben tolerar a nadie, sea del signo ideológico que sea, amigo o adversario.

Los ciudadanos que pagan Telemadrid estarán contentos, sobre todo si gustan de chapotear en las escasas aguas del misterio reciclado. No sólo tienen "El otro lado de la realidad", donde Javier Sierra demuestra lo que sabe, que es poco, y las retransmisiones de "En busca del misterio", el programísima de Fernando Jiménez del Oso y Juan José Benítez de hace 18 años (1990) donde reciclan los que ya para entonces eran añejos embustes y trolas al por mayor. Pero nada es eso junto al nuevo Txumari Alfaro de la letra impresa, el Paco Porras del PP, el hombre al que Falange Auténtica le parece demasiado progresista, Fernando Sánchez Dragó. Esta afirmación no es gratuita ni pretende ser ofensiva, el presentador se pinta solito en su página Web (me encanta cuando se refiere a sí mismo en tercera persona, conmueve cuánto se admira a sí mismo), especialmente en sus "Webs amigas", donde lucen su palmito todo tipo de expresiones de la charlatanería médica, seudooriental y fascistoide incluida la peligrosa "sicomagia" del actor en desgracia Alejandro Jodorowsky, la página de Javier "yo también quiero" Sierra, la de Falange Auténtica (que le resulta demasiado progre a Fernandón, véalo usted mismo), y su promoción de sitios de "salud oriental" en los que sigue fingiéndose médico con selecciones de fantástica bobería: "este producto cura los eccemas y la mayor parte de las enfermedades de la piel, revitaliza el pelo y las uñas, y mejora palpablemente la condición de quienes padecen enfermedades degenerativas teóricamente incurables, como el cáncer, la diabetes, la esclerosis múltiple y el sida"... ¡Casi ná, dotor!

El escritor está contratado por la televisión de Esperanza Aguirre para, presuntamente, mantener la beca que la derechona española parece haberle concedido, será por servicios prestados o será sólo por no callar gratis, que todo puede ser. O lo contratan simplemente porque es un gran comunicador, que todo puede ser, pero no hay duda de que todo ex-izquierdista que se pase a las filas de la derecha más cavernaria después de Reagan y Franco recibe similares canonjías, prebendas y sahumerios, lo hemos visto en no pocos casos y en no pocos países. El caso es que, sin explicarle a los madrileños que ponen la pasta ni siquiera que este hombre está a la derecha de Falange, lo pusieron en un presunto informativo o noticiero donde finge dar noticias mientras suministra dosis abundantes de propaganda y autobombo entre sus sufridos televidentes.

En estos días, Fernando Sánchez Dragó optó por lanzarse a una sentida promoción de la "melatonina", esa sustancia que se presumió mágica en Estados Unidos en los años 90, desplazando al milagro anterior, el beta caroteno, que a su vez desplazaba a la fibra alimenticia como panacea. Como todos los proyanquis de pueblo, Fernández Dragó llega tarde y mal a contar como verdad lo que dijeron los estadounidenses, que siempre fue mentira y de lo que ahora ya hasta los estadounidenses se dieron cuenta.

Básicamente, Sánchez Dragó dijo que le debe su salud al consumo de melatonina (sin saber, tampoco, si los responsables podrían ser otras sustancias que también consume, como el whisky, porque estudios científicos no mostró ninguno), la recomendó vivamente (e irresponsablemente, como buen charlatán), recetó pontifical la posología correspondiente a personas de distinta edad sin hacer excepciones por efectos secundarios, y apenas terminó de fingirse médico hizo el comentario bobo0 de que la dificultad de acceso (¿cuál?) a la homeopatía, el naturismo y otras, según él, "medicinas alternativas" era "liberticida", es decir, que el impedir que la gente compre como medicinas ciertas sustancias que pueden no servir o ser dañinas implica coartar su libertad, que sería mala cosa, sin duda.

Vamos a pasar rápidamente por la melatonina para luego aclararle a Fernando por qué su afirmación es una estupidez sin paliativos y de una cobardía que cabrea.

La melatonina

La melatonina es una hormona que secreta la glándula pineal o epífisis, glándula que, quizá con ánimo de faltarle al respeto a Sánchez Dragó, no está en el entrecejo, a menos que usted tenga el entrecejo a medio camino entre las orejas, es decir, esta entre ambos hemisferios, detrás del pons del tallo cerebral, en el centro profundo del cerebro humano, como lo muestra esta gráfica (que está en el dominio público, no como las imágenes que se roban los ocultólogos en desgracia).


Hacia 1990, esta hormona llamó la atención de los científicos al tratarse de una de las hormonas que se producen abundantemente en la infancia pero esta producción va reduciéndose a medida que pasan los años, y por ser uno de los muchos elementos que confluyen para mantener el ritmo circadiano (cercano al día) de la actividad de nuestro cuerpo, lo que incluye los ciclos de temperatura y sueño-vigilia. Es decir, la melatonina tenía que ver con el sueño, descubrimiento importante, pero que no significaba ni mucho menos que hubiera una relación directa melatonina-sueño. Luego aparecieron estudios que revelaban que la melatonina parecía proteger a las ratas de ciertas formas de radiación ionizante (radiación que puede causar cáncer provocando mutaciones, a diferencia de las radiaciones como las microondas de los móviles, las ondas de radio y la luz, que no pueden causar cáncer). En ciertos casos, la melatonina puede conservar las defensas de un ser vivo, mostraron algunos estudios aislados, mientras que, según otros, tenía prometedoras capacidades antioxidantes.

Esto, en términos de la investigación científica, representa enormes avenidas de estudio que merecen atención ante de meterse una dosis por la cara, supone uno. Por desgracia, esto no le valía a quienes necesitaban una nueva sustancia milagrosa, panacea, maravilla, que generara grandes cantidades de dinero sin desperdiciar el dinero en esas cosas llamadas "investigaciones", sobre todo ante el riesgo de que las investigaciones demuestren que, a largo plazo, tomar más melatonina de la que produce el cuerpo puede no ser buena idea, puede no servir para nada y puede ser incómodo, malo o hasta mortal.

Esto es normal en el mundo de la investigación: las sustancias se empiezan a investigar cuando muestran resultados muy prometedores, y las investigaciones subsecuentes tienden a bajar los ánimos a estados más reales, y a veces a cerrarle el camino a la sustancia, por eso la mayoría de las sustancias que empiezan a estudiarse nunca se convierten en medicamentos. En el caso de la melatonina, los de la prisa fueron concretamente los doctores Walter Pierpaoli y William Regelson, que hicieron un experimento en el que aparentemente la melatonina rejuvenecía a ratones ancianos y sin más se ejecutaron a marchas forzadas el libro El milagro de la melatonina donde irresponsablemente afirmaban que esta hormona "invierte el proceso del envejecimiento, combate la enfermedad y estimula la actividad sexual". Tropezaron con un reportero de la revista Newsweek dispuesto al entusiasmo instantáneo y acabaron promoviendo su milagrillo en la portada de la revista, con lo que ganaron un platal.

Que no es poco.

Pero, ¿es cierto?

Pues no. Ya en 1996, un año después del libro en cuestión, estudios de la Escuela de Medicina de Harvard a cargo de Steven M. Reppert y David R. Weaver demostraron que el experimento de los dos millonarios súbitos tenía graves errores... como el de la "fusión fría" de Pons y Fleishmann, pues. Pero el que hubiera dudas no impidió que vinieran en tropel los esperadísimos libros "yo también quiero", ese fenómeno que sigue a los éxitos editoriales, como La cena secreta de Javier Sierra o Claves ocultas del Código Da Vinci de Enrique de Vicente son libros "yo también quiero" de la novela de Dan Brown El código Da Vinci. Así, aparecieron de inmediato Melatonina: el medicamento maravilloso natural de su cuerpo, de Russell Reiter y Jo Robinson, La magia de la melatonina, de un tal "Dr. Duarte", Melatonina: la pildora para dormir de la naturaleza de Ray Sahelian y muchos, muchos más.

¿Y qué pasó? Pues que mientras el mundillo de lo "alternativo" se apropió a todo trapo de la melatonina a sabiendas de que los problemas de sueño son de las cosas que les meten clientes a montón (como la diabetes, el cáncer y el SIDA) y empezaron a realizar afirmaciones cuando menos delirantes y cuando más delictivas y fraudulentas acerca de este producto, exagerando sobre las exageraciones de estos libros, ninguno de los cuales era un estudio científico, por lo demás, hablando de eterna juventud, más potencia sexual, recuperación del pelo (sí, la melatonina es "otro crecepelo"), y mil cosas más, incluida la cura del cáncer y el SIDA.

Así, hemos llegado a locuras tales como las del sitio Web de comercio electrónico SuperHormones, que afirma que es "segura y carece de efectos segundarios" (será secundarios, como sea), en todo caso no es así, entre los posibles efectos secundarios del uso de la melatonina tenemos pesadillas, disrupción de los ciclos circadianos por sobredosis, somnolencia, calambres estomacales, mareos, dolores de cabeza, irritabilidad, menor líbido (es decir, menos deseo sexual), crecimiento de los pechos en los hombres y disminución del recuento de esperma (menos soldaditos para procrear, pues).

Mientras tanto, en las páginas del ocultismo médico o seudomedicina se le proclama como cura para todo y algo más, como una maravilla sin duda alguna y como algo "reprimido por la ciencia oficial"... la misma ciencia que lo descubrió, porque claro que nada de esto lo descubrieron los "investigadores" en medicina alternativa que no existen ni mucho menos lo descubrió en su laboratorio el "doctor" Sánchez Dragó.

¿Qué pasa? Pues que las investigaciones serias como las antes señaladas por científicos que no tienen informativos de derecha han seguido después del embuste melatoninero de los 90, y se ha visto que esta hormona además juega un papel en el momento de liberación de las hormonas femeninas y la frecuencia y duración de los ciclos menstruales, por ejemplo, pero sin saberse exactamente cómo, mientras que aún no se han estudiado los posibles daños a largo plazo ni mucho menos las dosis adecuadas... las píldoras en general son de 3 mg (tres miligramos) porque son cómodas de producir, no porque haya estudios que validen que son la dosis adecuada. Un estudio del M.I.T. del investigador Richard Wurtman citado en Scientific American, por ejemplo, indica que para ayudar a dormir bastan fracciones de un miligramo, y en la tele un señor que no sabe de nada le dice que se tome varios miligramos al día... ¿A quién creerle?

Lo que sí se sabe, y lo cuenta el Centro Médico de la Universidad de Maryland es que no se debe tomar conjuntamente con antidepresivos, antipsicóticos, benzodiazepinas, medicinas para la tensión sanguínea (o presión arterial), anticoagulantes y antitrombóticos, interleukina-2, antiinflamatorios no esteroideos, esteroides e inmunodepresores.

Un metaestudio (análisis de una serie de estudios sobre temas comunes) de la Agencia para la Investigación y Calidad de la Atención a la Salud del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos realizado en 2004 aclara bastante el panorama, estableciendo que esta sustancia no es efectiva en el tratamiento de desórdenes del sueño primarios o secundarios usada corto plazo, que parece ser segura si se usa durante breves períodos, y que parece que sí tiene relación con el ciclo de sueño y de temperatura. O sea, tenemos la suerte de que parece no ser veneno (ahora, si uno la toma tantos años como Fernando Sánchez Dragó dice haberlo hecho, el peligro es acabar como ese señor, arrastrado, pagado de sí mismo, whisky en mano y tiñéndose el pelo para creerse joven).

Nada de esto conforma, sin embargo, el megamilagro de la melatonina, que resultó no ser la sustancia maravillosa, pero llenó -y llena- bolsillos.

Ahora vemos a ver qué "libertad" defiende el presentador de televisión.

Libertad de ser engañado y estafado

Una y otra vez, los defensores del ocultismo, del "misterio", de la anticiencia, de la antiinteligencia y de lo "alternativo" acuden, cuando se les agotan los otros mantras que se aprenden tenazmente, a la afirmación de que toda crítica a sus creencias, afirmaciones, embustes, estupideces, niñerías o simples proposiciones descabelladas y extravagantes es un ataque a la "libertad" que tiene la gente de creer en pendejadas, en tonterías o en mentiras.

Tal "libertad" no es tal. Se trata simplemente de una coartada para defender la libertad de los más desvergonzados de engañar a la gente a su alrededor para sacar tajada. Mentir se convierte así en una actividad que no puede estar sujeta a cuestionamiento, ni implica ninguna responsabilidad para el mentiroso, porque si alguien cree en la mentira, lo hace "libremente". Así, si le roban a punta de pistola, pues usted es muy libre de dar el dinero o de dejar que le metan un tiro sin que nadie interfiera, que es la libertad que proclama este personaje.

En una sociedad medianamente civilizada que se protege de los vivillos y defraudadores, hay obstáculos a la libertad de engañar y algunas (insuficientes) protecciones al derecho a saber y a decidir con base en datos. Si usted emplea la melatonina siguiendo las "indicaciones" del "doctor" Sánchez Dragó pero resulta que está tomando un anticoagulante y a resultas de ello sufre una hemorragia de consideración, es de una desfachatez monumental que Sánchez Dragó le salga con la batea de babas de que "usted lo hizo libremente". Lo que hizo usted fue ser víctima de un desvergonzado que habla de lo que no sabe con aires de profesora solterona y resabiada que no quiere asumir las consecuencias de sus palabras. Punto.

La ignorancia no es libre, la ignorancia, promovida por la bruja de turno o por el escritor arrogante y pedante de la semana, es una forma de esclavitud. Si alguien actúa sin datos bastantes porque se le oculta información, no es "libre", y el que oculta sí es moralmente despreciable y, en algunos casos, penalmente responsable. Estar en los medios de comunicación debería implicar, pues, una ética un poco menos famélica que la que exhiben algunos.

Usted tiene derecho, derecho absoluto, lo sepa o no, a tener todos los datos antes de tomar una determinación, derecho a que no le mientan, derecho a exigir información confiable, contrastada, completa y clara. En este caso, si después de leer varios estudios serios, de pedir la opinión de su médico y de asesorarse con gente confiable usted decide tomar melatonina, es libre de hacerlo, por supuesto. Pero si lo hace sólo ateniéndose a los sonoros rebuznos de un tipo cuya credibilidad depende de que sale en televisión con su gato, por más que chillen los ocultistas alternativos y la derecha interesada, usted no está siendo libre, está siendo esclavo de la desinformación. Y esto vale tanto en política como en medicina, en fotos de fantasmas y en avistamientos ovni, que aquí y en otros lugares ya se ha documentado hasta la saciedad la indisposición de las grandes divas del ocultismo televisual y radiofónico a revelar datos que les puedan dañar los ingresos.

Facilitar la entrada de la homeopatía y otras supuestas autoproclamadas "medicinas alternativas" a la sanidad (y darles acceso al dinero de todos para llevárselo) sin exigirles el mismo rigor que se le exige a la medicina de verdad, sería una absoluta irresponsabilidad que sólo personajes de la ínfima talla moral de Sánchez Dragó podrían aplaudir, porque en el nombre de una "libertad" que no lo es, se conculcan los derechos humanos reales y se depreda el fondo común que son los presupuestos del estado. Como si no fuera suficiente que lleven tantos años manteniendo vagos como Fernando Sánchez Dragó.

Por cierto, la melatonina "natural" obtenida de glándulas pineales de corderos y vacas puede transmitir algunos virus. Si insiste en usarla, es mejor la sintética. Qué cosas, ¿no?

Ahora, Fernando Sánchez Dragó asegura que el martes próximo llevará a su programa a médicos y demás personas que sí saben qué pasa con la melatonina a que defiendan su visión. ¿Mencionará los datos que damos aquí y que están disponibles en Internet, admitiendo su falsedad y embuste, traerá a personas que lo hagan o a compadres? Veremos, como dijo Homero.

febrero 18, 2008

Expedientes HHH (Historias de hernias y hospital)

Afectado desde hace algunos años por una hernia inguinal, pensé que mi propio caso sería una buena oportunidad de poner a prueba la medicina alternativa, de modo que realicé una intensa investigación para saber qué podían hacer por mi hernia la homeopatía y la naturopatía, el ayurveda y la osteopatía, la auriculoterapia y la quiropráctica, la cromatoterapia y las flores de Bach, la magnetoterapia y las oraciones a Krishna, Buda, el Cristo del Gran Poder, la Santa Muerte (popular en el D.F.), la Pacha Mama y demás "loqueseaterapias" que sirven para poco y cuestan como si sirvieran.

El resultado fue lamentable sin paliativos, porque todas esas prácticas que diariamente dicen y repiten que son infinitamente mejores que la medicina de verdad, no podían ofrecerme nada absolutamente nada para mis males. Dicho de otro modo, tenía que someterme a cirugía con un médico que, ateniéndome a los rebuznos de Discovery DSalud en papel cuché o estucado, es parte de una conspiración mundial de crueldad infinita destinada a impedir que tengamos curaciones milagrosas, baratas y 100% eficaces gracias a los "alternativos" que, sin necesidad de estudiar abstrusas bobadas como la fisiología y la farmacobiología (ya no diga anatomía, pregúnteles qué es la aponeurosis si quiere divertirse), están dispuestos a curarnos y cobrar por ello encantadísimos.

Genios curativos como el enorme José Manuel López y Pérez-Cabada del que ya dimos cuenta un par de veces y cuyas hazañas seguiremos narrando en breve (adelantamos sólo que a día de hoy ya se le encontraron cuentas por 4 millones de euros y 13 pisos en propiedad, además de algunas moneducas adicionales, ¡maestro!).

Bueno, resignado a someterme al escalpelo de un individuo del que tan malas referencias recibo en el mundo de la medicina "alternativa", pensé que no sería tan malo si incluso sus peores detractores y enemigos acudirían a él si sufrían una hernia como la mía. Me seguía inquietando que se presentara enmascarado, como para que no lo reconociera yo, pero me explicaron que era cosa de higiene. Yo, pensando en los principios básicos de la medicina alternativa, dije que los microbios no causaban enfermedades, que éstas eran producto de los miasmas, los desequilibrios en los humores corporales, la descompensaciòn magnética, la desalineación de los chakras y los atascos de tráfico del chi, ki o qi en su decurso por los meridianos del cuerpo. Pero bueno, como no me hicieron caso y por si las dudas, accedí a la máscara del médico.

Pregunté entonces si me iban a anestesiar con acupuntura, y la anestesista me explicó que la única vez que lo intentaron, el paciente empezó a patalear de tal modo que impedía el eficiente accionar del cirujano, además de que con su lenguaje florido, rico en tradiciones y rústica esencia popular, dejó roja dos semanas a la enfermera instrumentista, que era monja de las que se lo creen. Sugerí aplicarle electricidad a las agujas, pero la anestesista me miró muy mal.

Llegó el fatídico día quirúrgico, algo verdaderamente horrendo para quien jamás ha sido intervenido ni por Hacienda ni por el Banco de España ni por ningún médico. Arribé al Hospital de Cabueñes y la enfermera Patton (creo), después de enfundarme en el humillante camisón hospitalario de rigor, insistió en tomarme la temperatura y la tensión arterial. Pregunté si no me iba mejor a leer el aura, revisarme el iris o tomarme el pulso al estilo de la medicina tradicional china, todas ellas prácticas que, me aseguran, funcionan mucho mejor que los esfigmomanómetros fabricados probablemente por empresas privadas y deseosas de ganar dinero, lo cual los vuelve parte de la conspiración junto con el médico y el señor del kiosco de prensa, que nunca me quiere dejar gratis el diario por avaricioso, codicioso y conspirativo. La enfermera me preguntó que de qué color era el aura de la tensión arterial normal y le dije que no tenía idea, que nadie se pone de acuerdo. Ella me dijo que la tensión normal era de 120/80 y que yo la tenía alta. Ni pregunté por la medición de la temperatura utilizando la visión remota chamánica de Castaneda porque no se la veía muy dada al humor hospitalario.

Lo que sí pregunté es si todavía tenían la bárbara costumbre de coser las heridas como si fueran un calcetín con hoyo en el dedo gordo, y me dijeron que no. Respiré aliviado. Todos los entendidos en medicinas alternativas saben que los grandes cirujanos psíquicos trascendentes pueden pasar la mano por una herida y ésta cierra sin cicatriz, sin coser, sin dejar huella y sin dar la murga (aunque los malvados escépticos, parte, por supuesto, de la conspiración, digan que la herida nunca existió).



Claro que no me tranquilizó mucho que me dijera luego que me iban a grapar o engrapar como a un documento oficial en siete tantos de tiempos de la burocracia no cibernética.

Con el cuento de las "infecciones" y la "higiene", se procedió a afeitarme la zona de la próxima herida, exponiendo al viento aquéllo que nunca lo estuvo, después de lo cual la enfermera me aplicó una inyección sedante que probablemente me cause ciclópeas bubas verdes en la piel en un futuro cercano, porque sin duda alguna la sustancia era fabricada por una farmacéutica transnacional y malévola. De lo demás me di cuenta poco. Cuando llegó una anestesista pizpireta y pequeñina a ponerme la inyección ráquea yo ya estaba conversando en semisueños con don Guillermo Prieto, maestro de periodistas, o con Liv Tyler, ya no sé. Recuerdo que le pregunté al médico si iba a usar malla plástica para la reparación (el plástico es malísimo, los "geobiólogos" dicen que expele "emanaciones" más peligrosas que ser odontólogo de víboras de cascabel) pero no sé qué me respondió. Me enteré más tarde de que efectivamente se me había implantado la peligrosísima sustancia y ahora tengo miedo de brillar por la noche, o de que me usen para enviar señales de telefonía móvil, que es peor.

Volví en mí, es un decir, cuando al final del cortaypega enfermeras y celadores me pasaron en vilo de la plancha quirúrgica, donde dormí tan sabroso (a saber qué habré dicho, porque me miraban y se reían), a la camilla para regresarme a mi cama, donde seguí delirando muy a gusto hasta que la enfermera Patton me interrumpió con el malhadado esfigmomanómetro y me regañó por tener alta la tensión, como si fuera mi culpa o algo así. Pasado un par de horas, me volvió la sensibilidad por debajo de la cintura y entre dos enfermeras vigorosas que son parte de la conspiración antihumanidad para ocultar la panacea (o eso dicen los "hespertos" de las revistas que usted conoce) me ayudaron a ponerme en pie y me acomodaron con sospechosa cortesía y cuidado en una poltrona para que acabara de pasárseme la anestesia.

Supe con precisión el momento en el que ocurrió tan infausto suceso porque la parte donde antes estaba una hernia alternativa, tradicional y natural, y ahora estaba ocupada por un implante probablemente extraterrestre hecho de mortal plástico, me empezó a doler como si me la hubieran rajado con una navaja (bueno, usted me entiende). Hice lo que cualquiera haría en mi lugar: solté un grito. Decidida a aumentarle el negocio a sus amos de las farmacéuticas extranjeras, la enfermera corrió a mi lado y, en la vía que me habían puesto en la mano derecha enchufó un frasco gigantesco de Nolotil que me bajó el dolor un poco. Cambio de guardia, digo de turno de las enfermeras y llegó otra de pelo corto, superprofesional y con un aplomo casi de curandero chino, que me preguntó si me dolía, le dije que sí, pero menos y ella, con el peregrino pretexto de que yo "no tenía por qué aguantar el dolor", hizo sonar la registradora de los envenenadores enchufándome otro frasco, ahora de paracetamol, ese mismo veneno que Bruno Cardeñosa ha denunciado furibundo porque mata a más gente que Pol Pot. Pensando que ahora sí había llegado el fin de mis días, y sin fuerzas para arrancarme la vía y salir corriendo en busca de un émulo de Paco Porras, usé el móvil para llamar acongojado a algunas personas cercanas y despedirme de ellos, mientras el letal paracetamol goteaba... goteaba... goteaba llevándose mi vida, que no será la gran cosa, pero carajo, es la mía...

Una cuarta enfermera entró, me arrebató el móvil con un movimiento que me recordó a Jackie Chan y me empezó a poner como jaula de perico por usar el aparato. Le expliqué que, como el paracetamol me iba a matar de todos modos en breve, yo ya no le temía al cáncer fulminante que provocan los móviles. La enfermera me aplicó una colleja y me dijo que no fuera yo imbécil, que usar el móvil estaba prohibido porque al parecer afectaba los aparatos médicos del hospital, y que no era cosa de ponerlo a prueba cargándome al señor de la cama 16. Y además dijo que "cáncer los cojones", lo que me preocupó bastante porque la herida se encuentra incómodamente cerca de los míos. A los dos minutos se me pasó el dolor y pensé que eran los prolegómenos del fin, esa recuperación que precede a la línea plana en el electro... y a mí ni electro me habían puesto para ofrecer de despedida el dramático "Piiiiiiiiiiiii" de "Hospital Central". Cuando esperaba ver la luz blanca y a mi tía Nieves bailándose una cumbia e invitándome a hacerle pareja al otro lado, llegó la enfermera de pelo corto a preguntarme otra vez como estaba. Yo estaba sonriendo como bobo, lo que aprovechó para enchufarme otra vez el esfigmomanómetro y confirmar que tenía alta la presión. Le dije que qué esperaba, si me estaba yo muriendo. Se rió de mí.

Total, que ni luz blanca, ni mi tía Nieves, ni cumbia, lo que apareció al rato fue el médico, que pasó como una exhalación, vio el apósito sobre la herida, sonrió satisfecho (¿por qué sería?) y me dijo que me podía yo ir a mi casa, me indicó las curaciones diarias en el centro de salud y me recetó más negocio para las farmacéuticas: un antitrombótico para que no ocurra -dice él, yo no lo tendré claro hasta que no lo diga el Doctor Psiquiatra (no el de la canción de Gloria Trevi, sino el ubicuo José Cabrera del PP)- que un coagulillo de la herida decida irse de tour a alguna parte delicada de mi organismo que no sepa vivir sin oxígeno y me deje peor de lo que estoy; un analgésico como de caballo (es buenísisimo, debería estar prohibido, de verdad), más paracetamol (yo, toreramente, decidí que enfrentaría la muerte con gallardía, qué caray, que se vea que soy valiente y los gelocatiles me los meto de dos en dos sin que me tiemble la mano) y salió corriendo, dizque a atender a otro paciente, yo creo que a contar los eurísimos que le pagan los amos de la conspiración (a ver si son menos de los cuatro millones acumulados por José Manuel López y demás).

Y así vine a dar a mis dominios, donde he pasado cinco días no tan jodido como podría esperarse, sin infecciones (probablemente porque preventivamente me tomé una infusión de belladona con ginseng y sávila, que es muy buena para algo que no me acuerdo), sin dolor excesivo, comiendo cuanto me viene en gana, caminando, leyendo, trabajando... y temiendo el martes, cuando para celebrar la primera semana de mi iniciación en el mundo de las conspiraciones, una enfermera del centro de salud me quitará, no sé cómo, las doce grapas que llevo... a ver si alguna no me deja otro implante extraterrestre o de los illuminati, uno nunca sabe.

(Nota: Hace no tanto tiempo, hasta fines del siglo XIX, la intervención a la que se me sometió era casi impensable por falta de anestésicos adecuados. Hace apenas un par de décadas, me habrían internado un día antes y me habrían dejado ingresado hasta una semana, costándole un pico a la sanidad pública y parando de cabeza mi vida laboral. Hace medio siglo no había paracetamol (y en este medio siglo no es cierto que haya matado más que a quienes no siguen las indicaciones del prospecto, que lo desaconseja para personas con graves problemas hepáticos) de modo que los leves analgésicos disponibles permitían que uno sufriera bastante, pues "el dolor es grato a dios", como decía la Madre Teresa para justificar la falta de analgésicos en sus morideros públicos. De todas formas, hasta 1986 no existía la cirugía que me hicieron a mí, de modo que mi expectativa habría sido una operación con mucho más dolor, más largo tiempo de recuperación y algo muy distinto a lo que vivo hoy. Hoy, gracias a que la ciencia avanza y le traslada mejores técnicas a la medicina, la situación es mucho mejor que en el pasado. Y seguramente quienes sufran una hernia dentro de veinte años lo pasarán menos mal que yo. Y entonces llegará algún autorpoclamado conspiranoico "expertísimo porque yo lo digo" a jurarnos que los métodos tradicionales (la operación con mala anestesia, sin analgésicos y con técnicas que duelen muchísimo y fracasan con frecuencia) son mejores que los avances de la conspiración que no pueden demostrar que existe, pero nos venden sus libracos, sus revistejas y sus rollotes en los medios. Y si se enferman... ¿qué cree usted que hacen?

febrero 09, 2008

Megalomanía, "medicina alternativa" y dinero a montones

Sigue Vicente Prieto atento para informar a los lectores de este blog bien planchado de cómo se van sucediendo los acontecimientos alrededor del "especialista en terapias alternativas" detenido en Galicia y acusado de intrusismo, estafa y blanqueo de capitales, el tal José Manuel López y Pérez-Cabada, alias "Coté", y los datos que vamos conociendo lo ubican como un paradigma bastante fiel del charlatán, ya se trate de seudomédicos, seudoexpertos, seudoparapsicólogos o seudoperiodistas, o cosa similar.

Los seguidores de este blog, los aficionados a la charlatanología y las personas observadoras y cuestionadoras habrán visto, por ejemplo, que los charlatanes tienen un desmedido respeto por los títulos y por el adjetivo "oficial" que le sacuden a cualquier cosa (excepto cuando los títulos los tiene alguien que esté en desacuerdo con las folklóricas ocurrencias del esoterismo friki, o el documento "oficial" los contradiga o, peor aún, los ponga en ridículo). Así, usted recordará la hemorragia de títulos de fantasía con la que nos ha regalado la fértil imaginación de Pedro Amorós Sogor, presidente vitalicio de un aquelarrito llamado SEIP, famoso por cagarla espectacularmente con la versión 2.0 de las caras de Bélmez y por intentar estafar a la gente curándola con un CD "autohipnótico" que desapareció del mercado sin dar explicaciones. O bien tendrá muy presente a los "científicos de verdad" a los que Íker Jiménez embauca con zalamería o euros para llevarlos a su programa a hablar de algún tema y así tratar de darle credibilidad a otros temas totalmente desprestigiados. Y claro, están todo tipo de "documentos oficiales" que blanden con frecuencia los soplapitos del ocultismo del siglo XXI, aunque su "oficialidad" sea más dudosa que mi capacidad para jugar al rugby.

López y Pérez-Cabada no andaba lejos de esos niveles. Así como lo encontramos (decíamos en la anterior entrada) en listas de cirujanos ortopedistas y neurológicos, se vino a saber que incluso se fingió barrister titulado en Gran Bretaña para colegiarse temporalmente en el Colegio de Abogados de A Coruña, entre otros títulos y diplomas que obtenía en lugares sin ningún valor, compraba o se autootorgaba. Ahora pregúntese usted si es peor no tener ningún título y ser simplemente "ciudadano", como se llamaban dignamente entre sí en la Comuna de París, o no tenerlo e inventárselo para embaucar al congénere y sacarle plata.

Por otra parte, hemos señalado una y otra vez la calidad de negocio que tiene como elemento motor fundamental una gran parte de la charlatanería organizada, con lo que no pretendemos criticar a quienes hacen negocio, sino a quienes venden mentiras como verdades. Y hemos dicho que en algunos casos el negocio se trata de unas pocas monedas bienvenidas (como en el caso Bélmez) y que en otras se trata de millones, y no de liras o pesetas, sino de euros relucientes y sobrevaluados.

En el caso del charlatán (me niego a decir "presunto charlatán"... si fuera inocente de los delitos que se le imputan, seguiría siendo un charlatán de cuerpo entero, porque el verdadero problema es ético y no forzosamente del fuero penal, como en este caso) José Manuel López Pérez, la policía que lo investiga desde octubre pudo reunir algunos modestos ahorros, pues las cuentas intervenidas por orden del titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Ferrol, Alejandro Morán Llordé sobrepasaban ya el millón (de euros, sí, más de 166 millones de las antiguas pesetas) para el día 8 de febrero, y podría ser más dinero. Así lo relata La Voz de Galicia, que además señala como dato curioso que: " Unos corpulentos amigos del detenido, que llegaron a los juzgados cuando él era trasladado por la policía, vertieron amenazas contra algunos fotógrafos de prensa", lo cual también se ajusta al perfil de matón de patio escolar, arrogante especialista en amenazas y proclamado experto en armas y artes marciales, asesor policiaco, exmilitar y valeroso maestro de Supermán que suelen crearse los Donnadie del mundo misterioso. En este caso, habiendo sido competidor de artes marciales, no sería raro que José Manuel fuera amigo de la mitad de los seguratas de El Ferrol.

Finalmente, usted se habrá dado cuenta de que los abrazapostes del mundo paranormal gustan de buscar la atención, los reflectores y el respeto que no saben ganarse legítimamente, y así se presentan como "investigadores" (en realidad "himbestigadores" incapaces de rigor alguno, pero que gustan de autonombrarse "expertos" en tal o cual cosa por haberse leído dos libros del tema, o al menos las solapas, y como "periodistas acuciosos" cuando están más apartados de la ética periodística que los dientes de Ronaldinho. Eso mismo conseguía el osteópata millonario llegando incluso a realizar verdaderas intervenciones quirúrgicas a sus víctimas.

Todo eso y mucho más conforma el retrato de José Manuel "Coté" López y Pérez Cabada, hoy detenido e inculpado por un juez cuyo ejemplo, de difundirse, sería muy bienvenido por las víctimas y defensores de la razón, pero un gran desastre para toda la industria de la mentira esotérica y anticientífica. Recuerdo, sin más, algún programa de cámara oculta en el que el "especialista en medicinas alternativas" a más de "sensitivo vidente del futuro" Paco Porras tenía la increíble osadía de interpretar un escaneo CAT de un supuesto paciente, diciendo toda suerte de barbaridades con objeto de vender sus pócimas mágicas, y ningún juez levantó una ceja cuando lo que procedía era actuar como con JMLP-C.

El caso, y lo he relatado aquí muchas veces, es que las víctimas de este tipo de buitres del dolor humano no suelen hablar y mucho menos actuar judicialmente. La vergüenza por creerse barbaridades que en un entorno normal (fuera del espacio de control y falsa confianza que crean los charlatanes en los espacios donde atienden y despluman a sus clientes) suenan exactamente como lo que son, barbaridades, se une a la dificultad de presentar pruebas bastantes para sustentar la presunción de estafa o intrusismo y a la creciente aceptación social que los charlatanes seudomédicos reclaman por la vía política y de presión social ya que no pueden demostrar científicamente sus descabelladas propuestas para dejarlos en estado de total indefensión.

Pero cuando un juez valeroso trabaja con apego a las leyes, las víctimas sienten que pueden hablar sin ser reprimidas, burladas, amenazadas o despreciadas, y en el caso del millonario seudomédico así está ocurriendo, con palabras como "Fui engañada pensando que era médico y me trató de una dolencia muy grave, un error terrible por mi parte, y me quedé con lesiones irreversibles", o "Me metió infiltraciones, un montón, en la articulación. Sí, me pasaba el dolor durante un día, pero luego volvía", dicho por alguien que fue curado después por los médicos reales con una articulación artificial de cadera.

Ahora serán los promotores de la charlatanería los que vendrán (como suelen hacerlo en listas y blogs que parasitan) a argumentar torpemente que criticar a José Manuel "Coté" es producto de la "envidia" porque es una persona que logra el éxito que no tienen (tenemos) los críticos, y que además las víctimas y otros hablan "pagados por la conspiración médica" (después de todo, un médico ya lo había denunciado como mentiroso y nadie hizo nada, pese a la víctima que dijo en gallego, y traduce Vicente Prieto: Él decía que había estado en la Cínica Mayo, de Estados Unido, a veces mantenía conversaciones telefónicas en inglés, pero un médico de Burela decía que allí no lo conocía nadie, que era un mentiroso") y que José Manuel es admirable por haberse hecho millonario (más o menos es el tipo de comentarios con los que se defiende a gente como Íker Jiménez, cuyos adeptos aseguran que su share de audiencia y sus millones bastan para justificar cualquier mentira y falsificación fotográfica).

Sabremos más (y lo trasladaremos a los lectores) cuando el juez levante el secreto del sumario. De momento sabemos, también, que el registro de sus clínicas y su detención se precipitaron porque, dice el juez, continuaba realizando prácticas consideradas peligrosas, que podrían suponer un riesgo para la vida de las personas que acudían a su consulta, es decir, que importó la vida de las víctimas, ésas que nunca se mencionan en los panegíricos incesantes de la "medicina alternativa" que nos regalan los "expertos" del misterio y sus acolitillos.

Vidas humanas que merecen un poco de solidaridad pero que, auguramos, no serán defendidas ni apoyadas en los exitosos y millonarios espacios audiovisuales e impresos del misteriodismo, ese periodismo de misterios que nunca lo fueron hecho por expertos que no lo son, pero nunca se lo dicen a usted.

febrero 07, 2008

Medicina falsa, fraudes reales

(Nota bene: No se pierda las actualizaciones al final de esta entrada.)

Suponga usted que en una revista con aspecto "serio" se encuentra la siguiente frase abriendo un artículo sobre el cáncer: "Debido a los actuales métodos y protocolos de diagnóstico muchos pacientes que no tienen cáncer son tratados con terapias agresivas bajo la sospecha de que lo padecen. Y, sin embargo, detectar el cáncer en sus estadios primitivos, antes incluso de que la patología esté instalada, es hoy posible".

Uno pensaría que el autor es un experto en cáncer que sabe de lo que está hablando y que tiene datos que pueden ayudarnos a detectar la familia de enfermedades llamada "cáncer" con más eficacia que los admitidamente imperfectos procedimientos que tenemos hoy en día.

¿Qué le parecería a usted descubrir que, al tiempo que el autor nos advierte de tales riesgos, estuviera siendo procesado penalmente por diagnosticarle a una paciente un cáncer que ella en realidad no padecía y que por ello hubiera sido condenado, su "consulta" cerrada y la sentencia confirmada dos años después? Quizá usted considerara que se encuentra ante un delincuente, un caradura y un desvergonzado al que le interesa bastante poco la salud de los inocentes que caen en sus garras.

Esto no es un delirio de alguien que encuentra las prácticas de la mal llamada "medicina alternativa" más sospechosas que un tipo enmascarado dentro de un banco, sino algo que ocurrió realmente. La frase fue tomada del artículo firmado por el "Dr." José Manuel López, también conocido entre otros nombres como "Coté", José López Pérez, José M. López, y José Manuel López y Pérez-Cabada, expracticante de artes marciales, artículo, digo, publicado por la revista reina de la denigración de la medicina, Discovery DSalud en octubre de 2002 y al que siguió otro artículo dos meses después donde, firmando de nuevo como "doctor", con lo que revista y autor llevan a sus lectores a la falaz conclusión de que el tipo en cuestión es médico, cuando no lo es, sigue ofertando delirios sin pruebas para convencer a la gente de que no acuda al médico, sino a gente como él. En esos mismos momentos, sin embargo, la justicia gallega lo estaba acabando de procesar por la denuncia de la ciudadana sueca Marie Christin Persson, a la que este individuo le "diagnosticó" (sin ser médico, insistimos) una "especie de cáncer" que ella no padecía, fingiendo además haber consultado el caso de esta paciente con sus "colegas" en la Clínica Mayo de Rochester y anunciándole que le quedaban pocos meses de vida. El procesamiento del falso médico por el Juzgado de lo Penal de Ferrol que lo condenó al pago de una multa de unos 3 mil euros y a la indemnización de su víctima (que seguía gozosamente viva) ese mismo 2002 y que se ratificó en 2004, desveló también que López y Pérez-Cabada había sido ya condenado por intrusismo profesional en sentencia del 30 de mayo de 2000 de la Audiencia de A Coruña por haberle realizado infiltraciones en una rodilla a una paciente a la que con ello le causó una artritis séptica que la mantuvo incapacitada 165 días, o sea, que ya era un sentenciado. Además, la clínica de José Manuel López había sido cerrada por las autoridades sanitarias ese mismo año por realizar prácticas como "la utilización de historias clínicas generales y específicas para algunas especialidades tales como psiquiatría, neurología y traumatología, derivando pacientes a médicos especialistas con escrito de remisión", además de no tener las autorizaciones necesarias, y que tal cierre se hizo definitivo en enero de 2007.

¿Qué defensa presentó el acusado, hoy sentenciado? La que habitualmente ofrecen estos personajes: se dijo perseguido por la "medicina oficial" y por gente que le quería sacar dinero. El papel de víctima, pues, que tan bien representan los victimarios de la charlatanería.

¿Y qué pasó? Pues en realidad nada. José Manuel López y Pérez-Cabada pagó y siguió feliz de la vida "atendiendo" a sus "pacientes" como "médico alternativo" y "doctor en osteopatía", "licenciado en medicina china" y otros cuentos tan rentables como inútiles para el tratamiento de la salud de nuestros congéneres. De hecho lo hacía en clínicas tanto de El Ferrol como de Viveiro, en la misma comunidad gallega donde había sido condenado dos veces y en la que se había ordenado el cierre de su ilegal cuanto inmoral práctica de depredación de pacientes. Y esto se sabe sólo porque, según nos informó Vicente Prieto, miembro de Círculo Escéptico, la justicia gallega ha ordenado el pasado 5 de febrero el registro de sus dos "consultas" nuevamente por intrusismo, y al parecer, dice
La Voz de Galicia, por blanqueo de capitales y estafa, con el seudomédico "detenido o retenido", con las cosas aún poco claras por el secretode sumario decretado por el juez instructor.

Nadie se despiste creyendo que esto representa una "buena noticia" que anuncie una aplicación adecuada de la ley en los terrenos de la "medicina alternativa" o pseudomedicina que usurpa las funciones de la medicina en millares y millares de "consultas" que actúan abierta o embozadamente y ordenan a los pacientes, luego de ganarse su confianza, que abandonen los tratamientos imperfectos pero útiles de la medicina con bases científicas para tomar pócimas dudosas como el Bio-Bac (hoy Renoven, mañana cambiará de nombre), aceptar tratamientos cuya efectividad y seguridad no se han medido y, en resumen, poner su vida en manos de delincuentes desalmados. El día de mañana, José Manuel López y Pérez Cabada, con los inútiles pero vistosos diplomas que lo nombran "doctor" en alguna disciplina de la magia del siglo XXI, volverá a poner su chiringuito en el mercadillo de la salud, apoyado por grandiosos "expertos" como el director de la revista donde se anunciaba (que no es sino el periodista-contactado José Antonio Campoy, famoso por sus entrevistas con un "extraterrestre" y su dirección de la revista Más allá, en la que lo sustituyó Javier Sierra), y "Coté" volverá a hincar los colmillos en las cuentas bancarias y en la confianza de sus "pacientes", impartiendo cursos y conferencias en todo el mundo y gozando de la impunidad que disfrutan todos los demás émulos de Paco Porras que fingen conocimientos de los que carecen para forrarse los bolsillos.

Ojalá, pues, que al menos este caso, que trataré de seguir, sirva al menos para que algunas personas se replanteen su situación como pacientes. Si realmente creen en alguna forma de tratamiento no probada, o "no convencional" o "alternativa", sean precavidos al menos con los "diagnósticos" de gente que no sabe diagnosticar, y nunca abandonen el tratamiento médico, por más que se los recomienden los no-médicos. La medicina imperfecta con bases científicas ha logrado pasar de curar un 5% de los casos de cáncer a un
50% si se detecta a tiempo, es mucho en cierto modo, pero es poco todavía, y esto se sabe. Pero al menos eso lo sabemos, conocemos nuestras probabilidades de vida con la medicina, mientras que no sabemos cómo actúan (o si actúan), cuánto fracasan y cuánto peligro conllevan los diagnósticos y potingues de los suplantadores y simuladores profesionales.

Actualización a las 17:20:
  1. Para que vea usted la credibilidad que los medios suelen darle a la osteopatía, no se pierda este vigoroso panegírico a cargo de 20 Minutos.
  2. Europa Press afirma que tanto Coté como su esposa y otra persona están detenidos como presuntos responsables de los delitos mencionados, lo que explica por qué la acción estuvo a cargo de la Unidad de Droga y Crimen Organizado.
Actualización a las 23:00:
  1. Entre los lectores y mis pocos ratos libres se configura una imagen singular del presunto médico José Manuel López y Pérez-Cabada, por cuanto a su capacidad de presentarse como lo que ciertamente parece no ser. Así, lo encontramos en el Directorio Mundial de Neurocirujanos como "Prof. Dr." anunciando su consultorio de la calle Real en El Ferrol. Pero también aparece como "Dr." en las I Jornadas del Síndrome de Fatiga Crónica organizada por la Asociación Madrileña de Encefalomielitis Miálgica/ Síndrome de Fatiga Crónica y Disfunción Inmune (AMEM/SFCDI) (a quienes ya les hemos escrito preguntando por qué lo llamaron como médico sin serlo) y donde dio la charla "Situación Actual en el Diagnóstico: Importancia del Protocolo de Diagnóstico", del que ya hemos visto que sabe poco, y que ocurría en noviembre de 2004, cuando ya llevaba dos condenas por intrusismo, presentándose como "José Manuel Cote López y Pérez-Cabada, enésima versión de su nombre. Sobre la fatiga crónica y la fibromialgia también escribió en la peculiar revista Discovery DSalud, por cierto, incluso afirmando que los pseudomédicos alternativos como él pueden "curar" estas afecciones de las que se desconoce todo. Lo encontramos como miembro de la Academia Estadounidense de Cirujanos Ortopedistas, cosa que no es, y de la Academia Estadounidense de Cirujanos Neurológicos, que tampoco es, no tiene autorización de operar ni gatos, pues. Y hasta nos enteramos que en 2005 era moroso del Impuesto sobre Bienes Inmuebles y era citado en el BOP de Lugo para una providencia de embargo, cosa que no debería tener que ver en este caso salvo por el siguiente punto.
  2. La tarde de hoy, todavía 7 de febrero, el falso médico y tres coacusados declararon ante el juez. Alerta, Vicente Prieto nos ofrece un nuevo enlace , el correspondiente del diario El Progreso que menciona las fuertes cantidades de dinero que presuntamente los acusados depositaban en cantidades fraccionadas para no disparar los procedimientos de informes al Banco de España que debe hacer cualquier institución bancaria si uno deposita más de cierta cantidad en efectivo en una sucursal. Lea usted lo que dice la policía. La parte del delito económico se la dejo a ellos, sólo quiero destacar una frase que, de aplicarse en el vasto mundo del embuste contra los enfermos, llenaría las cárceles de intrusos y falsificadores. Dice la policía que el accionar del presunto delincuente ponía "en grave riesgo vital las vidas de sus pacientes, aprovechando su ficticia posición como médico para, a través de falsos y exagerados diagnósticos, cobrarles a sus pacientes fuertes cantidades de dinero, presuntamente de forma ilegal, que luego blanqueaba". El dinero se vuelve a ganar, pero los muertos no retoñan, por más que le cuenten a usted historias de reencarnación.

Vergüenza de los lectores de El País

Elena Quesada Hernández envió esta carta al diario en pleno naufragio de línea editorial, El País, que la publicó sin respuesta alguna en su edición del 5 de febrero, y el lector Javier Fernández tuvo la amabilidad de remitírmela a su vez. Creo que resume a la perfección el sentimiento de desazón de muchos lectores ante la "esoterización" que ha sufrido el diario, deslumbrado por la capacidad de Íker Jiménez de producir ingresos, y por ello la reproduzco íntegramente adhiriéndome a sus conceptos esenciales:

Vergüenza

Soy una joven de 24 años que actualmente realiza su doctorado en Ciencias Biológicas en un instituto Max-Planck en Alemania. También soy lectora habitual de EL PAÍS, al que considero mi periódico desde que tengo hábito de leer prensa. Sigo diariamente la versión elpais.com para estar más cerca de casa, y en mi instituto disfrutamos de las versiones en papel del sábado y el domingo.

Por todo ello, me avergüenza leer que EL PAÍS está distribuyendo unos coleccionables
sobre el programa que el señor Iker Jiménez conduce en la cadena Cuatro. Por primera vez,
me avergüenzo de mi periódico y de uno de sus coleccionables, que siempre han sido de gran
calidad (cuando era niña me entretenía con las páginas de los atlas y de los álbumes de ciencia
que aún rondan en casa de mis padres).

Me avergüenzo profundamente de que se reparta seudociencia con mi periódico. Últimamente
han aumentado los artículos de divulgación científica en el mismo y pensé, ilusa de mí, que España, gracias al periódico más leído en ella, estaba dándole una oportunidad a la ciencia, a mi pasión.

Nunca pensé que EL PAÍS vendería la ciencia al mejor postor.

Elena Quesada Hernández.
Dresde, Alemania