octubre 01, 2009

El oportunismo del embuste


Paseaba yo a mi perro por el barrio, agradable actividad que me permite escuchar una hora de música que va desde canciones inglesas medievales hasta el rock grasiento de George Thorogood, desde los troveros o roleros mexicanos hasta Janis Joplin, desde Jethro Tull hasta Leonard Cohen, cuando el escaparate de la farmacia me sacudió en la cara lo que usted ve a la izquierda: un escaparate que ofrece el remedio mágico homeopático "oscillococcinum", producido por la marcroempresa familiar del agua destilada y la lactosa llamado "Boiron", compañía comercial francesa que se ha impuesto la sagrada misión de meter la mano en el fondo común de la sanidad europea, para lo cual cuentan con el apoyo de un montón de personas que tienen todas en común el que no tienen ni idea de medicina.

Lo que me dio entre risa y angustia fue que el tal "oscillococcinum" es un preparado de algo que no existe, que nunca existió: una bacteria "oscilante" (oscilococo) que creyó ver el médico frances Joseph Roy en la sangre de las víctimas de la gripe española de 1917. Más adelante, Roy vio sus seres unicelulares bailarines en la sangre y tumores de pacientes de cáncer, en los tubérculos de pacientes de tuberculosis y en la pus de infectados por gonorrea. Y finalmente detectó su misterioso bichito giratorio en pacientes con eczema, reumatismo, paperas, varicela y sarampión.

Con la audacia de la ignorancia, Roy decidió que su bacteria misteriosa que nadie más había visto en toda la historia de la microscopía (y que nadie más volvió a ver hasta hoy) era la causante de todas esas enfermedades, cosa muy de acuerdo con las creencias mágicas de la homeopatía que no acepta que cada enfermedad tenga su causa (por ejemplo, distintos microorganismos que causan la sífilis, la gonorrea, la viruela, la rabia, la malaria, etc.). Roy se apresuró a fabricar un preparado homeopático de oscilococos usando como fuente de sus animálculos danzarines al pobre pato real (Cairina moschata). El preparado homeopático (donde no hay ni una molécula del hígado del pato usado) era, según Roy, la curación del cáncer, la sífilis, la sarna y la tuberculosis, y en el espíritu del empresario al que estudiar científicamente las cosas le parece una bobada monumental, se puso a venderlo.

Tal es la historia resumida que cuenta con lujo de detalles y sana mala leche Manolo Elmas en la entrada Bichitos homeopáticos: ¿El oscilocuálo? de su blog "Existen los fantasmas", que le recomiendo vivamente.

El caso es que una vez llegados a eso, nadie sabe cómo el "oscillococcinum", que es una marca registrada del "laboratorio" Boiron del preparado de Roy, se acabó vendiendo como "preventivo" para la gripe con el lema (también registrado) de "La medicina nº 1 de la naturaleza contra la gripe", frase que no tiene desperdicio porque ese mejunje no es una medicina, no sirve contra la gripe y su relación con la naturaleza es sólo que está compuesto únicamente por agua y lactosa. No costó nada desarrollarlo, no cuesta nada hacer estudios clínicos que sustenten tal afirmación (el laboratorio cobrante no ha hecho ni uno, y cuando los estudios los hacen científicos de verdad, resulta que, como el resto de los productos homeopáticos, no sirven para nada) y por tanto el dólar que cuesta cada dosis arroja unos beneficios que sin problema llegan al 80%.

Para más datos de por qué este bloguero se atreve a afirmar que lo están timando vendiéndole lactosa a un dólar la pildorita, vea el artículo de Wikipedia sobre el oscillococcinum que ha logrado sobrevivir, al menos hasta hoy, el férreo control que tienen los rarólogos y alternativistas newageros y anticientíficos sobre los contenidos de esta enciclopedia colectiva. Está también el monográfico de ARP-SAPC sobre el tema

Estamos ante un preparado homeopático que por definición no tiene ninguna capacidad curativa, y además producto, al parecer, de un problema que padecía en los ojos y en la vista el pobre Joseph Roy, que veía  por doquier bichitos bailarines que no existen, que no pueden existir según la biología y que, de existir, no podrían ser causantes de la plétora de afecciones que les atribuyó el desaprensivo médico ni un preparado de hígado de pato con su nombre curaría nada.

Pero se está vendiendo. Y en farmacias. Sin problema. Sin que las asociaciones de consumidores se escandalicen. Sin que los colegios médicos se subleven. Sin que las autoridades sanitarias levanten la ceja. Y los mismos que aúllan porque "no se ha demostrado que la vacuna contra la gripe H1N1 sea segura" le recomiendan esta pócima que no ha demostrado ni siquiera ser mínimamente efectiva.

Ante la crítica, los homeópatas sólo pueden mostrar el éxito comercial, de mercado y publicitario de Boiron, resumidos en sus más de 466 millones de dólares en venta de agua destilada y lactosa con un presupuesto exiguo de investigación (fundamentalmente dedicada a demostrar que la homeopatía funciona, cosa que no han logrado).

El embuste oportunista es buen negocio. No, no es medicina, pero es un buen negocio.