diciembre 28, 2010

Timopromociones

Ante la envidiable acción de las autoridades australianas (y no, nada de esto es una inocentada) que ha obligado a la mafia internacional PowerBalance a reconocer que "no hay pruebas científicas creíbles que apoyen nuestras afirmaciones (de mejora de la fuerza, el equilibrio y la flexibilidad)", admitiendo la estafa y devolviendo el dinero a sus víctimas, ya otros han expresado públicamente su desazón porque las autoridades de otros países, supuestamente electas para proteger a la sociedad, simplemente han aplicado multas ridículamente irrisorias o han mirado para otra parte mientras las timopulseras se siguen vendiendo hasta en farmacias y tiendas deportivas.

Ya en mayo, en este mismo blog, comentábamos cómo el personal del programa "El Hormiguero" de la cadena Cuatro estaba uniformado con estas pulseras, según rumores a cambio de un pago y como actividad promocional, y también el uso de este talismán por parte de la entonces Secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, y el diputado del PP Gustavo de Aristegui, mientras que otros se escandalizaban por ver a otras figuras políticas y públicas con los mentados trozos de silicona carísima, muy destacadamente el vendedor de misterios Íker Jiménez Elizari, quien llega a lucir cuatro de estos amuletos en su colección de brazaletes.

Más allá del chiste de que esto demuestra cuán desequilibrado se considera a sí mismo el millonario presentador, y cuánta plata le sobra para traer 160 euros de plástico cutre en los brazos, el punto es la obscena fortuna amasada con este timo (contra el que, curiosamente, advierte la guardia civil pero sin actuar legalmente contra los timadores) y cómo se promueve.

¿Es grave que representantes públicos utilicen este tipo de amuletos mágicos? Lo es porque al menos revelan un preocupante nivel de desinformación. Es decir, que estas personas, que deben tener la mejor información (y para ello se pagan generosas cantidades en "asesores") para poder tomar decisiones con base en los datos más confiables disponibles, en realidad no superan el dato del rumor callejero, el cotilleo de portera y el chismorreo de bareto. Y si no preguntan en cosas tan evidentes como pasearse haciendo el ridículo con un timo en la muñeca, aterra pensar el tipo de supersticiones absurdas pueden dominar su accionar de gobierno, de oposición, legislativa, ejecutiva y judicial.

Pero estos servidores públicos han sido objeto de intensa presión por su desinformación. Seguramente se arrepienten de haber ostentado esas bobadas y quizá, sólo quizá, esto les sirva para estar un poco más alertas a las imbecilidades que revolotean por este mundo en busca de orejas acogedoras y cerebros sin defensas ante la irracionalidad.

Lo que no se ha destacado lo suficiente es que quienes más daño hacen y han seguido haciendo a la sociedad son personajes como los de El Hormiguero o Íker Jiménez. Más allá de que se les pague o no por el uso público de estos fraudulentos productos, la influencia que tienen sobre un público que está o absolutamente entregado o no tiene ningún anticuerpo contra lo que estos personajes expelen en los medios es sin duda mucho más profunda y grave que la de los políticos. Su absoluta inmunidad a las críticas y la complacencia (de nuevo) de las autoridades, los convierte en verdaderas fábricas de dinero para el timo de las fraudulentas pulseras y para muchísimos otros timos, libros delirantes, congresos de boberías, aquelarres paranoicos y revistas cuyos directores (como el delirante Enrique de Vicente, director de la revista Año Cero son capaces de afirmar sin ninguna prueba (ni ninguna vergüenza) que existe una "federación galáctica" y ellos saben que nuestro planeta será admitido en ella en cien o doscientos años (si es una profunda esquizofrenia o un descaro monumental, quizá nunca lo sabremos).

Pero, sobre todo, mientras un país como España se ríe de la ingenuidad de sus políticos, sigue permitiendo que sedicentes periodistas falseen los hechos, denigren todo el conocimiento humano, pongan en solfa sin un solo argumento cuanto hemos descubierto con el método científico, ataquen brutalmente a la actividad científica y se erijan en gurús con hordas de seguidores.

Quizá es menos preocupante una foto de un político con un amuleto mágico (como si llevara un crucifijo, digamos) que este bombardeo incesante en medios de comunicación que han dejado de lado todo interés por informar a cambio de engañar, manipular y, como suelen decir los miembros de la manada de los Jiménez y los De Vicente, "entretener".