julio 29, 2012

Antivacunas, víctimas convertidas en victimarios

A raíz de la reciente entrada de este blog sobre El precio de no vacunar, emprendió un debate conmigo en Twitter @alvaropenaloza que es al parecer un chileno militante de la creencia de que las vacunas causan autismo por contener timerosal, un conservante que es un compuesto de mercurio, de donde pretenden concluir que el timerosal causa envenenamiento por mercurio y éste es la verdadera causa del autismo.

Vacuna contra la viruela, el arma que erradicó
a una de las más terribles enfermedades que ha
sufrido la humanidad en su historia
(Foto D.P. de los CDC, vía Wikimedia Commons)
Este mito fue inventado por un psicólogo, Bernard Rimland, quien tuvo un hijo autista. Sin realizar ningún estudio fisiológico, bioquímico o epidemiológico, en la década de 1950 Rimland especuló que el autismo era un problema neurológico (cuando se creía que era provocado por causas psicológicas) y que lo provocaban las vacunas. En lo primero estaba en lo cierto, en lo segundo no, en ambos casos de modo totalmente aleatorio o casual. Su legado en dos grandes organizaciones de padres de niños autistas sigue vivo y aterrorizando a gente que piensa que vacunar a sus hijos es más peligroso que no vacunarlos. Aunque todos los datos digan lo contrario.


Álvaro Peñaloza me decía que él (o "ellos", pues pertenece a un grupo militante) no es "antivacunas", sino que sólo está luchando por eliminar la supuesta toxicidad de las vacunas en Chile. Para ello, ejercen tanta presión política como pueden sobre los legisladores chilenos, y utilizan como argumentos otras legislaciones y decisiones judiciales.

Por supuesto que su labor, aunque no lo acepten, es "antivacunas", ya que su resultado natural es que muchos padres, creyendo en la propaganda de miedo de estos militantes, decidan no vacunar a sus hijos y acaben pagando el precio del que hablábamos en la anterior entrada, más el precio de la salud pública que implica disminuir la inmunidad de grupo.

Como le expliqué a Peñaloza en nuestro largo e inútil intercambio, las decisiones judiciales no hacen ciencia, ni convalidan tonterías. En 1897, por ejemplo, los diputados de Indiana, Estados Unidos, presentaron la propuesta de ley Nº 246 que pretendía legislar que era posible la cuadratura del círculo, para lo cual era necesario que pi se definiera como 3,2, un número exacto y no un número irracional.

Si la ley se hubiera promulgado (el Senado de Indiana la archivó argumentando con toda lógica que los legisladores no tienen poder para establecer verdades matemáticas) ¿sería pi realmente 3,2? Pues no, seguiría siendo 3,14159265358979323846...

Entendido eso, lo que a mí me interesaba era saber qué pruebas tenía el grupo de Álvaro Peñaloza de que a) las vacunas en Chile (o algunas de ellas) contienen timerosal, b) que el timerosal provoca envenenamiento por mercurio y lo puede hacer en las dosis que contuvieran tales vacunas y, c) que el envenenamiento por mercurio es causa del autismo.

A partir de allí, el diálogo siguió el guión preciso que siguen los diálogos con todos los creyentes en alguna afirmación irracional, como las pseudomedicinas, cuando uno pide pruebas y resulta que, oh, destino esquivo, no existen tales pruebas, es decir (dejo capturas de pantalla además del enlace por si los twitts desaparecen accidentalmente):

1. El señor Peñaloza afirmó que había "cientos" de papers avalando sus afirmaciones y "CERO" en sentido contrario (con las correspondientes mayúsculas).


Respondí pidiéndole diez de los "cientos" de papers. Me ofreció un blog y una decisión judicial italiana (tan válida como el pi=3,2 de Indiana en el siglo XIX).


A cambio yo le cité un estudio del CDC (Centro para el Control de Enfermedades de los EE.UU.) que indica que no hay relación entre autismo y vacunas,  una página con multitud de papers científicos citados por la Autism Science Foundation, dos informes de otro estudio del Institute of Medicine negando la correlación y un metaestudio más que no avala la correlación.

2. El señor Peñaloza me acusó de faltarle al respeto y de no hacer nada salvo "descalificarlo". ¿De los estudios que le mostré? Ni una palabra, como si no existieran.




3. Inmediatamente después, prometió que los estudios los podríamos leer en su nuevo libro, por supuesto, porque no le era razonable darnos una cita como las cinco que un servidor le había ofrecido (de modo poco razonable, supongo).


4. Fingiendo que no se le habían dado estudios relevantes que, cuando menos, deberían darle que pensar o que debería rebatir para sustentar su posición, remitió a otro sitio en el que tampoco hay estudios científicos relevantes.


El lector avezado verá que Álvaro Peñaloza ya no me escribía a mí, sino que trataba de vender sus perversas mentiras a otra twittera.

5. Cambiando de público, ofreció otros argumentos:


Decir que el timerosal es 49,6% mercurio (Hg) es lo mismo que decir que la sal de mesa puede estallar porque es 39,3% sodio, un metal altamente reactivo. El mercurio en su forma pura o elemental, o en compuestos que nuestro cuerpo convierte en metilmercurio, es venenoso y se acumula en los tejidos grasos, cierto, pero en los compuestos que se metabolizan como etilmercurio (un compuesto distinto) se excreta sin acumularse, como lo muestran los estudios que sí existen, por lo que la cifra de 49,6 mercurio en este compuesto no significa lo que quieren que signifique.

Pero más aún, la cantidad de timerosal que solían tener las vacunas (recuerde usted que don Álvaro no demostró nunca que las vacunas en Chile contengan esta sustancia a la que tanto teme) era tan pequeña que caía fuera de los niveles tóxicos del metilmercurio (no los hay de etilmercurio) fijados por la OMS.

Después, resulta que en Estados Unidos se ha retirado el timerosal de algunas vacunas por la presión política (y los estudios mentirosos del infame Andrew Wakefield) y no por ello ha disminuido la incidencia del autismo.

Y, finalmente, la idea de que la capacidad disminuida de provocar la reacción química llamada "metilación" tiene relación alguna con el timerosal y por ende con el autismo, es una invención del mundo de la pseudomedicina y, adivinó usted, tampoco hay estudios que lo sustenten. ¿Qué hizo entonces?

6. Insultar e insistir en la mentira de que un enlace ofrecido contiene estudios y acusarme de "no informarme" para justificar el no ofrecer los "cientos" de papers que ya olvidó que adujo:


A estas alturas, el lector inteligente habrá notado que el diálogo es imposible.

El caso de Bioautismo Chile y de su portavoz Peñaloza no es ni con mucho excepcional. Por el contrario, es común en organizaciones dedicadas al autismo en todo el mundo.

Ignoro si el señor Peñaloza es padre de un hijo autista. En tal caso, merece y tiene toda la solidaridad posible en su lucha por hacer más feliz a su hijo afectado y por tratar sus problemas, e incluso en la búsqueda de las causas de la enfermedad para evitársela a otros padres en el futuro o en la lucha por una curación eficaz, con evidencias sólidas.

Pero ese sufrimiento no justifica que alguien promueva falsedades y afirmaciones destinadas a provocar el miedo sin tener ninguna base en el conocimiento, sin tener pruebas, sin tener evidencias. Que se convierta en líder de la turbamulta que busca respuestas, curaciones y culpables donde no los hay y donde sólo los habrá si avanza la ciencia y no la charlatanería y las afirmaciones aventuradas sin bases.

Y que no se dé cuenta de lo absurdo de su militancia si no tiene pruebas de que a) las vacunas en Chile (o algunas de ellas) contienen timerosal, b) que el timerosal provoca envenenamiento por mercurio y lo puede hacer en las dosis que contuvieran tales vacunas y, c) que el envenenamiento por mercurio es causa del autismo.

Estos padres, víctimas reconvertidas en victimarios que distraen tiempo, recursos y esfuerzos de la lucha contra el autismo, e incluso le roban atención a sus hijos afectados, a cambio de tener un culpable al cual atribuirle su desgracia, son además blanco de lo que parece ser un enorme negocio de pseudociencias, pseudoterapias, pseudomedicina y miedo, mucho miedo sobre todo ante una enfermedad incurable.

Todo el ejército de charlatanes médicos busca sacar partido de la desesperación de estos padres ofreciéndoles (sin evidencias médicas, sólo con afirmaciones anecdóticas y vagas) la curación del autismo por medio de oxígeno hiperbárico, dietas libres de gluten y azúcares (como las que propone la clínica Bersant de Chile, de Enrique Bertosi Ferrari, homeópata, practicante de la "terapia neural" y la supuesta "medicina ortomolecular", que asegura curar a niños autistas con sus prácticas, ampliamente promocionadas en Bioautismo), suplementos alimenticioshomeopatía, vitamina B, "neuroacupuntura" y hierbas chinasmedicina integrativa, melatonina o antimicóticos, supuesta terapia celular de altísimo coste, eliminación de los lácteos de la dieta de los niños o, paradójicamente, la leche de camello.

Al daño físico y de salud pública provocados por el movimiento antivacunas se suman su daño económico y su daño emocional para quienes persiguen curaciones mágicas y culpables fáciles, como los campesinos del medievo necesitaban identificar a una bruja para explicarse la desgracia de una granizada que les arruinara la cosecha y los condenara al hambre.

Y hay toda una manada de chacales pseudomédicos dispuestos a gritar: ¡aquí está la bruja!

Actualización jul 29 22:20 hs: En Facebook me hacen partícipe de un enlace aterrador precisamente de cómo están actuando hoy estos chacales en Argentina. Claro que no hay un estudio clínico de la niña a la que se hace referencia, ni siquiera de demuestra su existencia o su curación, pero se promueve una supuesta desintoxicación difícil y, por supuesto, costosa